Capítulo 22.

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Mi respiración era cortada mientras miraba fijamente la puerta.

«¡Mata a todos!»

«Córtate esas venas, vamos»

«¡A nadie le interesas!»

«¡Eres una idiota!»

Mi cabeza dolía por escuchar las voces en mi cabeza. No podía mover mis manos, por que el chaleco de fuerza me lo impedía. Estaba en un cuarto blanco que tenía acolchonadas las paredes. Supongo que era para que no me lastimara, aunque dudo que pase.
Intente liberarme pero me era imposible. Mi cuerpo solo era cubierto por una bata blanca.

- ¡SÁQUENME DE AQUÍ! -grite en desesperación- No, déjenme aquí. Amo esto.

«Eres una enferma»

«Por eso Jade te dejo»

- ¡NO! -grite mientras unas lagrimas caían por mis mejillas- ¡Se que me escuchan! ¡Sáquenme de aquí!

- Perrie -llamo una voz en la habitación.

- ¡Cállate de una vez! -grite mientras cerraba los ojos con fuerza.

- No soy tu cabeza, Perrie -agregó la voz mientras se aclaraba la garganta- Soy el Doctor Thurt. Quiero que me escuches atentamente, ¿Esta bien?

Asentí con la cabeza, supongo que el puede verme.

- Tu enfermedad aumento, Perrie -dijo mientras suspiraba- Tus emociones ya no se expresan en un gran ataque, ahora las tienes como una bipolaridad normal. Un segundo triste, otro feliz, y otro enojada. Me temo que tendremos que acabar con esto.

- ¿Acabar con que? -pregunte mientras presentía lo peor- ¿Acabar conmigo? Si háganlo.

Solo escuche como el Doctor suspiraba.

- Te has vuelvo muy peligrosa, Perrie -contesto- Investigamos toda la noche tu caso y no logramos encontrar alguna cura. Los médicamente no tienen efecto en tu cuerpo, ni siquiera los calmantes. Solo la camisa de fuerza puede controlarte.

- Jade -dije mientras sonreía- Ella puede curarme. Déjenme verla.

- No podemos arriesgar su vida, Perrie -agregó El Doctor- Todos los médicos pensamos que tu amor por esa tal Jade llego al punto de obsesión. Eres capaz de todo, incluso de matar.

- Ella sabe que nunca le haría daño -dije mientras sentía como unas lagrimas salían- ¿Es malo amarla? ¡Malditos idiotas!

- No es malo amarla, es malo obsesionarse con ella.

- Por favor, déjenme verla -suplique mientras miraba para abajo- Se que soy un monstruo pero ella me hace bien, ella me calma cuando ni siquiera los medicamentos más fuertes pueden hacerlo.

Solo escuche un suspiro.

«Deja que te maten, idiota»

- Si van a acabar conmigo, quiero que ella sea lo ultimo que vea -agregue mientras lloraba con la voz entrecortada- Por favor.

- Lo siento, Perrie -se disculpó- Un psicólogo te verá en unos minutos.

Después de eso el altavoz se apago dejándome otra vez sola.

- ¡NO QUIERO A UN MALDITO PSICÓLOGO! -grite desesperada.

Comencé a llorar. No era un llanto tranquilo, era uno de esos en los que te ahogas con tus propias lágrimas. En mis lagrimas había dolor, sufrimiento, y por supuesto también había amor.
Después de que Jade me rechazara, no la deje de amar. Eso era lo que sentía por ella. Amor, y nada más que amor. No podía vivir sin ella, pero quizás mi destino no era vivir. Se convirtió en alguien importante en mi vida, y si no la tenía, no entiendo cual es mi razón de ser. Sabia que debía olvidarla. Debía de olvidar todo lo que hice con ella. Pero enamorarse es fácil, lo difícil es dejar de amar.
La puerta se abrió de golpe. Un hombre algo mayor entro con una silla, y se sentó justo adelante de mi. Mi mirada no dejaba de mirarlo. No sabia la razón, pero lo odiaba.

Madhouse | Jerrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora