TFM.

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POV BEATRIZ

Eran las siete de la mañana, tras una jornada intensa de trabajo, arrastraba mis pies con pesadez al llegar al rellano de la casa de Lucía. Cerré la puerta siendo recibida enseguida por Niko, del que se había ocupado Lucía enteramente; se removió entre mis piernas como si llevara días sin verme. Me agaché para darle cinco besos y acariciarle otras tantas; y fue al incorporarme, cuando me encontré con Lucía de frente.

—Hola —dije sorprendida—. ¿Qué haces despierta?

—No puedo dormir por culpa de la presentación.

—¿A qué hora es? —pregunté recibiendo un beso de su parte.

—A las dos —contestó quitándome el abrigo—. Lo tengo todo listo, pero estoy muy nerviosa —susurró besándome el cuello.

—Lo llevas muy bien, debes estar tranquila —dije justo antes de sentir un pequeño dolor debido a la mordida de Lucía en mi oreja—. Y excitada. —La agarré la cara—. ¿Qué te pasa?

—Que va a ser un día de locos y necesito desfogar un poco. —Intentó darme un beso, pero me eché para atrás—. Quiero estar contigo un par de horas.

—Espera, espera. —Sonreí atrapando sus manos que se colaban bajo mi camiseta—. ¿No me vas a dejar dormir?

—Luego lo haces —protestó dando ligeros saltos—. Lo siento, pero... Te estaba esperando.

—No, ya veo. —Recibí otro beso—. Pues nada, luego duermo.

La escuché reír al tiempo que me empujaba desesperadamente hacia la habitación; me daba realmente igual, si podía ayudar un poco a que se olvidara de la presentación y que, conmigo, se desestresara, bienvenido era.

Me empujó hacia la cama viendo, como una gran espectadora, que se quitaba la ropa en un segundo; tirándola, en algún punto de la habitación echa un auténtico desastre. Me apoyé en mis codos cuando me quitó el pantalón; y regalándome una vista exquisita, se quitó su ropa interior, sintiéndome todavía más afortunada.

La recibí entre mis piernas con intensidad; advertí, en ese instante, que aquel encuentro no iba a ser calmado, todo lo contrario. Lucia quería quitarse un buen peso de encima y eso intentaría cumplir.

Por esa razón; armándome con toda mi fuerza, la dejé debajo de mí. Me quité las bragas antes de volver a unirme a ella, juntando su centro contra el mío; y moviéndome de una manera que, tan solo un segundo después, supe que le gustaba.

Se deshizo de mi sujetador, así que lo aproveché para tumbarme ligeramente sobre ella; apoyando mis brazos a cada lado de su cabeza, permitiendo que más zonas de nuestro cuerpo, también se rozaran.

La besé porque tenerla así, debajo y de esa manera; era lo que más necesitaba. Sentí, en ese instante, como me agarraba las nalgas con fuerza, como si así me atrajera todavía más hacia su cuerpo.

—¿Más fuerte?

Asintió antes de besarme. Cumplí su petición perfectamente; dejé el miedo a lo que ella pudiera pensar en el momento en el que me pidió aquello para su propio bien. Si Lucía lo quería así, así se lo daría.

Pasó su brazo por mi cuello, rodando ligeramente en la cama y, entrelazando nuestras piernas, una sobra la otra; llevó su mano hacia mi propio clítoris. Eso no estaba pactado del todo así, por lo que hice, exactamente, lo mismo que había hecho ella.

Me besó cuando ella me metía dos dedos y cuando yo vacilaba con sus labios menores; las dos intentando una guerra que no tenía ningún sentido, primero porque Lucía en unas horas se jugaba su futuro y yo porque estaba molida después del trabajo. Pero ni a ella le importaba y mucho menos a mí.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora