POV LUCÍA
—Me va a dar algo —susurré—. ¿Segura que llegaremos?
—Me arriesgaré a que me pongan una multa —dijo mi amiga apretándome el hombro—. Pero tranquila que hoy, tendrás trabajo y llegarás al juzgado.
Asentí mordiéndome la uña de uno de mis dedos de mi mano derecha.
Cristina y yo estábamos en las oficinas de uno de los periódicos más importantes del país; sentadas en una sala donde había más de doce sillas, una máquina para el café y otra de comida basura. A mi lado, una carpeta con unas copias de mi currículum, algunas fotos mías y las tres cartas de recomendación que tenía de la universidad y una más que la gran escritora Claudia Illescas me había mandado a mis espaldas y con la ayuda de Beatriz.
Estaba a dos minutos de tener una entrevista de trabajo y me moría de los nervios.
Pero es que no solo eso; iban a ser las once, a las doce de la mañana, una hora después; debía de ir al juzgado porque era la vista de Beatriz.
Ese día se acabaría todo, sabríamos si se quedaba con Inés o si su vida seguía igual.
Y aunque estaba convencida de que le darían la custodia, una pequeña parte de mí temía que no fuera así. Beatriz no podía caer, nuevamente, en una depresión... No con todo lo que había avanzado.
—¿Lucía Rivera?
—Sí —dije levantándome.
—Su turno.
—Suerte, fiera.
Esa fue mi amiga dándome una nalgada antes de entrar en el despacho del que era, el jefe de recursos humanos del periódico. Tomé aire y me senté, frente a su silla, esperando dos segundos hasta que él se sentó.
—Es muy joven para trabajar en un periódico como el nuestro.
—Supongo que la edad no significa no ser buena periodista.
—Por supuesto que no. Cuéntame por qué cree que debe trabajar con nosotros.
—Tengo cuatro cartas de recomendación que le pueden aclarar lo mucho que me implico en mis investigaciones. En la universidad he participado en diversos proyectos que así lo avalan. Además, varios medios de comunicación escritos están interesados en publicar mi último trabajo que, presenté como trabajo de fin de máster sobre los refugiados que huyen de la guerra —dije lanzando todo el discurso que llevaba preparado desde casa.
—Algo me ha llegado de eso, sí. Y si no estoy mal informado, sacaste muy buena nota ante unos jueces estrictos.
—No está mal informado. La información que trato de emitir siempre está verificada y pulida con mucho tiempo y dedicación.
Él asintió cogiendo las cartas de recomendación, parándose especialmente en la de Claudia. Supuse que era llamativo tener algo así de una escritora con tanto nombre.
—Recomendada por la mismísima Claudia Illescas —dijo sorprendido—. Esto no lo veo todos los días. ¿Has trabajado con ella?
—Sí —mentí, tal y como había hecho ella en la carta—. A veces ha pedido que le ayude con parte de sus libros y su correspondiente investigación.
—Entiendo...
Leyó la carta de Claudia entera, las otras solo por quiénes estaba firmada y después mi curriculum. Un total de diez minutos en los que pude contar el latido de mi corazón, mientras le contaba las ganas que tenía de trabajar, de aprender y de seguir formándome.

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Después de ti.
RomanceHan pasado muchos años desde que Lucía decidió salir de aquella relación tóxica que tanto la marcó y tanto daño la dejó. Ahora, se enfrenta a lo peor de todo, a ella misma. Una Lucía más madura, más adulta y con las ideas más claras; decidida a no p...