El pueblo.

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POV LUCÍA

Eran las doce y media de la noche cuanto el taxi paró frente a la casa de mis padres en el pueblo. Un jardín pequeño en la parte trasera y todo comprimido en una única planta. Era tan sumamente acogedora que, como le había dicho a Beatriz, me encantaba ir unos días de vacaciones cuando se acercaba el verano. Veinte grados, perfectos para pasear y disfrutar.

—Les dije que no nos esperase, pero conozco a mi madre lo suficiente como para saber que te está esperando con los brazos abiertos.

Estaba ligeramente nerviosa, no podía esconderlo. Para mí, eso, no era la misma situación que en su día con Gaby o Amanda; Beatriz no era cualquier persona por muchas razones, y yo quería que todo saliera bien. Les había advertido por activa y por pasiva que tuvieran cuidado y que midieran sus palabras, pero podía pasar cualquier cosa.

Y como ya preví, nada más abrir la puerta nos encontramos con una tenue luz en el salón. Mi madre estaba sentada en el sofá, con una pequeña lámpara y leyendo.

—Mamá —protesté—. Te dije que te acostaras.

—No iba a dormir. —Sonrió levantándose—. ¿Cómo estás, hija?

—Bien —contesté dándole dos besos—. ¿Y papá?

—Durmiendo. Beatriz, por fin.

—Hola. —Sonrió tímidamente mi novia—. Un placer, Carmen.

La abrazó sin decir nada; Beatriz me miró, pero solo me encogí de hombros. Ya le había avisado que mi familia era muy cariñosa... Sobre todo, con mi novia.

—¿Os preparo algo de cenar?

—No, solo queremos dormir que venimos cansadas.

—Lo imagino.

En un solo instante y de camino a la habitación; mi madre ya le había contado a Beatriz que íbamos a dormir en mi antigua habitación y que había sido reformada en cuanto mis visitas dejaron de existir por el trabajo y la universidad. Habían quitado la litera y los juguetes para instalar una cama más grande.

Pero no acabó ahí, mi madre se encargó de dejar un juego de toallas para el baño que conectaba con mi habitación.

Cualquier mínimo detalle, era poco para mi madre.

—Cualquier cosa que necesitéis, estoy en la habitación.

—Sé dónde duermes, mamá. Ve a dormir, anda.

—Vale, ya me voy. —Sonrió dándome un beso—. Descansad.

Cerré la puerta tras, prácticamente echarla, porque si fuera por mi madre, se hubiese quedado toda la noche hablando con Beatriz.

—Si te molesta, por favor, dímelo —dije colocando mis manos en su cintura—. Y le digo que pare un poco.

—No te preocupes, está siendo amable. —Beatriz sonrió dándome un beso—. Vamos a dormir y mañana ya me enseñas todo.


—Es muy guapa —dijo mi madre—. No pensaba que tanto.

—¿Estás insinuando que tengo mal gusto?

—No, pero es que en fotos no lo parece.

—¿Sigue dormida? —preguntó mi padre.

—Sí, iré a ver si se despierta ya o no.

—¿Y qué tenéis pensado?

—La enseñaré el pueblo, y supongo que después daremos un paseo; o venimos a casa. —Me encogí de hombros levantándome de la silla—. Depende de lo que quiera hacer ella.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora