Culpable.

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POV BEATRIZ

Apagué el despertador con molestia; habíamos llegado tan tarde de la playa, que debí advertir las pocas horas que dormiríamos. Vi a Niko a nuestros pies, no escuché nada en toda la casa y giré mi cabeza. Lucía seguía a mi lado, dormida y hacia arriba. Con la boca ligeramente abierta y la sábana arrugada a sus pies.

Sonreí prácticamente enseguida, inconsciente con tan solo mirarla. Me acerqué pasando mi brazo sobre su cuerpo, dejando un beso en la mejilla y cerrando los ojos para intentar dormirme.

—En esta casa hace muchísimo calor —susurró sorprendiéndome.

—Es lo que tiene no tener aire acondicionado.

—Recuérdame que instalemos uno en mi casa, algo es algo.

Asentí dándola otro beso; justo antes de que ella se levantara un segundo para quitarse la camiseta y volver a tumbarse. Lo cierto es que el verano, en mi casa, era insoportable. Un piso tan pequeño y prácticamente sin ventilación, llegaba a los treinta grados fácilmente.

—¿Qué hora es?

—Las nueve —susurré acercándome de nuevo acariciando su costado—. Te da tiempo a dormir otro rato.

Pero eso no iba a ser posible; no cuando mi gato había visto a Lucía levantarse y nos había escuchado, porque eso significaba que estábamos despiertas y que era el momento en el que él necesitaba contacto. Se paseó por el cuerpo de Lucía, hasta que llegó sobre mi brazo; tumbándose nuevamente, colocando su cabeza entre sus pechos.

—Buenos días a ti también —murmuró adormilada.

—Ven, anda.

Le cogí y le aparté de una calurosa Lucía; el cuerpo de Niko, iba a ser todavía peor. Le dejé en el suelo, él se encargaría de comer, de beber o de buscar el lugar más fresco de la casa... Juraría que estaba en la cocina.

—Si te parece empiezo a recoger mis cosas... Para ir llevándolas a la tuya.

—Me parece bien —dijo abriendo los ojos finalmente—. Si necesitas que traiga cajas, creo que las puedo coger del trabajo.

—De momento, no. Pero te lo diré.

Me agaché hacia ella para darle el primer beso del día; desde el momento que habíamos empezado de nuevo, yo tenía una necesidad irracional de no apartarme de ella ni un solo segundo. Todo el tiempo que había estado sin Lucía, era el suficiente para desearla todavía más.

—Me quiero duchar antes de ir al trabajo —susurró cuando yo me sentaba a horcajadas sobre ella—. Y para quitarme todo el sudor.

—Yo tengo con Gustavo, así que nos podemos duchar juntas.

—Eso me parece una idea maravillosa.

Sonreí cogiendo la goma que tenía en su muñeca para recogerla el pelo, pues ella se sentó, abrazándome por la cintura y cerrando nuevamente los ojos.

—Si pasas tanto calor, deberías plantearte cambiar de camiseta para dormir —dije concentrada en mi tarea.

—Suelo dormir con una de tirantes, pero la tengo en casa.

—Entonces procuraremos dormir allí.

Asintió dándome un beso; quitándome la camiseta y dejándome en igualdad de condiciones, exactamente como estaba ella.

—Cuando salga de terapia voy a ir a hablar con Gerard.

Me miró tragando saliva, intentando despertarse; pero ni se separó, ni dejó de acariciarme.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora