Reencuentro.

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POV BEATRIZ

—Llevo haciendo la vista gorda varias semanas, pero llevas días que has dado un bajón notable —dijo mi terapeuta apoyando sus codos en las rodillas—. ¿Qué pasa, Beatriz?

En cuanto se lo dije, la cara de sorpresa de Gustavo, no pudo disimularla. No fue despectiva, simplemente, se sorprendió. Quizás en todos sus análisis, no entraba que yo, en realidad, sí fuera una zorra que solo pensaba en sí misma.

—Cuéntame qué ha pasado.

Lo hice, de principio a fin.

Era la primera vez que lo contaba; desde la primera vez que la había cagado, hasta la última. Le di detalles, quizás demasiados; pero ni él me frenó, ni yo paré. Creo que los dos nos dimos cuenta que necesitaba soltarlo de una vez; que, aquello, me estaba pudriendo por dentro.

—¿Lucía lo sabe? —Negué—. Pero te vas este fin de semana de vacaciones con su familia...

—No quiero perderla, Gustavo.

Después de haber llegado bebida a casa, Lucía no me preguntó. Definitivamente había relacionado el olor a tequila con mi extraño comportamiento. Habíamos estado más distantes, eso me ayudó a huir; pero solo porque ella había estado ocupada... No sabía muy bien con qué.

No le había preguntado por el caso, ni por su TFM, por nada... No me había preocupado; y aunque habíamos hablado, no le hice una sola pregunta al respecto.

—Sé que se lo tengo que decir y lo haré, pero ahora mismo el miedo me gana más. No se merece sufrir y antes siquiera de decírselo, sé que le he hecho daño. ¿Por qué actúo tan mal, Gustavo? ¿Por qué soy capaz de joder a las personas que me importan?

—Porque estás confundida —respondió—. Y debes aclarar tus dudas.

Todo estaba mal y, como siempre, no sabía cómo gestionarlo.

—¿Cómo te sientes ahora mismo?

—Agobiada —contesté cruzándome de brazos—. Siento la misma presión que hace unos meses, solo quiero desaparecer... O regresar en el tiempo.

—¿A dónde te gustaría retroceder?

—Un año. Estaba sola, solo tenía el tormento de saber que era una hija de puta; pero ahora, ahora me siento peor. Empiezo a pensar que mi hermano tiene razón, que soy incapaz de tener una relación...

—Eres un poco extremista algunas veces.

—Pero es la verdad.

—Vete con Lucía, lejos de todo lo que te atormenta. Y mientras estés con ella, disfruta de ella. Si no piensas en nada más, entonces no necesitas nada más.

Todo era una locura y así me sentía por dentro. Tenía un caos de emociones y sentimientos que no podía controlar. No entendía qué me pasaba, no tenía ningún sentido dudar de todo lo que había trabajado y avanzado.

Y la terapia tampoco ayudó ese día. Las palabras de Gustavo no habían hecho ningún efecto en mí y era lo que más me jodía. Si en terapia no sacaba ninguna conclusión, era malo. Significaba que estaba más jodida de lo que pensaba y que ni la ayuda profesional de Gustavo, servía para darme alguna pista sobre cómo actuar.

Tras coger tres taxis, uno en la puerta de la clínica, otro en el centro comercial, y el tercero en la zona este de la ciudad, bordeé tres veces el edificio de Cristina, la amiga de Lucía; para asegurarme de que nadie me seguía ni vigilaba. Entré finalmente en el portal, pero no me quité la capucha que me pidió ponerme hasta que no llamé al timbre de la casa. Las persianas estaban bajadas y me pidió que cerrara con llave.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora