10 | La Cena

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Dos días después en la noche.

Ángela

Suspiro mientras aplico los últimos toques a mi maquillaje discreto, preparándome para una cena con mi familia. Estaría emocionada a no ser que mi señor padre ha organizado este encuentro con unos socios de trabajo a los que no ha visto en años y que, según ellos, les parecía el momento oportuno para presentar a ambas familias.

Me tiene nerviosa, porque entablar conversaciones con personas que no conozco no es que me agrade mucho. Mucho menos si son personas que seguramente criticarán mi aspecto en un comentario pasivo-agresivo como ha ocurrido varias veces en esos tipos de reuniones. Y es que ser la única con el cabello moreno y ojos mieles entre una familia que se caracterizan principalmente por ser rubios y de ojos azules despierta muchas sospechas.

Incluso le han llegado a decir directamente a mi padre conmigo en frente, si nos había hecho una prueba de paternidad para ver si en realidad soy su hija, me hace sentir mal en cierto modo, pero tampoco me avergüenzo de ello, soy la copia idéntica de madre y mi padre ha hecho callar a mucho directa o indirectamente en cuanto al tema, cosa que agradezco.

En fin, hoy me había puesto unos pantalones de tela negros y una camisa rosa sencilla, como es una cena formal me decidí en ponerme unos tacones no tan altos de color blanco y conmigo llevaba una cartera del mismo color.

Estaba lista, sólo rocié un poco de perfume y caminé para salir de la habitación.

En la sala ya están los gemelos, Nathaniel de frente a mi sentado en el sillón con una computadora en mano escribiendo no sé qué, y Michael está de espaldas a mi mientras escribe algo en su teléfono.

No puedo evitar acercarme sigilosamente y ver que está haciendo, no sé si sorprenderme cuando veo que le acaba de enviar un mensaje a alguien con un, "Cuando acabe la cena estaré allí, los quiero desnudos a ambos, los follaré toda la noche".

¡¿Cómo que "Los"?!

Mi boca se abre grande de sorpresa y parece que Michael siente mi presencia o huele mi perfume cerca que apaga automáticamente el móvil.

— Eres una chismosa, hermanita — alega con seriedad, aunque también lo dice con un tono burlón que solo yo puedo identificar al estar casi siempre con él.

— No sé de qué me hablas — beso su mejilla evitando el tema y camino para darle la vuelta al sillón.

Nathaniel cierra su computadora y me ve.

— Vaya, hasta que al fin te vistes decente — Suelta. Ruedo los ojos.

— Déjala en paz, mi niña siempre se ha vestido bien — Defiende Michael, le saco la lengua a Nathaniel. Michael me jala y me sienta en sus piernas, volteo a verlo con resignación.

— ¿Cuándo vas a superar que ya estoy grande como para sentarme en tus piernas? — regaño y me siento a un lado de él, este rueda los ojos.

— Apuesto que a tu futuro estúpido lo dejarás que te siente en sus piernas — no puedo evitar rodar los ojos.

— Se dice novio, y son cosas diferentes, Michael, ya estoy grande, no soy tu bebé — me mira con los ojos entrecerrados, puedo asegurar que ahora mismo me está viendo como su pequeña de 5 años, me cruzo de brazos — Ya tengo 17 años, pronto 18, no soy la niña de 4 años a la que mandabas a decirle "Puto" en español a Nathaniel — Iba a reclamar, pero fue interrumpido por Daniel, quien acaba de llegar a la sala.

— Sigues siendo una bebita, acéptalo — golpea mi frente y bufo.

— ¿Ves?, sigues siendo la mucosita a la que le cambié el pañal de pequeña — Me hace cosquillas en el cuello, lo que me hace reír.

Un amor que nadie esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora