Stephen
Las casas pasan a una velocidad prudente por la ventanilla mientras estoy en camino a casa, pero no puedo evitar pensar en cómo podría yo hablarle a mi princesa sin que esta me quiera arrancar la cabeza.
Podría regalarle algo primero, U ofrecerle algo a cambio de que me explique la dichosa materia.
Pienso más en la segunda opción, podría darle dinero, pero ella está ya hundida en dinero. ¿Libros?, podría ser, libros y chocolates. O helado, ella ama el helado.
Mientras mi mente va pensando en posibles obsequios siquiera me di cuenta cuando llegué a casa. Aparco el auto en donde debe estar y bostezo mientras camino hacia la casa. Abro la puerta y lo primero que escucho es la voz no tan lejana de María llamarme.
— Stephen — habla con suavidad mientras baja las escaleras, luce un poco nerviosa y yo sin dudas estoy algo incómodo — Yo... ¿Todo bien?, ¿Cómo te fue? — pregunta llegando a mí, sólo asiento.
— Estoy bien, estuve bien — murmuro neutro, ella asiente un poco.
— Ponte algo cómodo y luego baja para hablar. Te estaré esperando en la sala — asiento y subo las escaleras.
Al llegar a mi habitación me quito el uniforme y no dudo en meterme en el agua fría de la ducha para darme un baño rápido. Salgo secando el cabello con una toalla y me pongo crema hidratante en el cuerpo antes de ponerme algo cómodo. Solo una camiseta de tiras y pantalón chándal. Salgo de la habitación y mi corazón no puede evitar palpitar rápido, nervioso, aunque en realidad por fuera quiero parecer que estoy tranquilo.
Al llegar a la sala me la encuentro mirando por la ventana, tenía unos pantalones cortos de casa y una camiseta de mi padre. Hago una mueca porque reconozco esa camisa, esa camisa fue el único regalo que le hice a mi padre en el día del padre cuando tenía 9, me pregunto cómo la sigue teniendo.
Madre me ve, yo la veo. Nos quedamos mirando un rato en silencio hasta que señala con la cabeza los muebles, camino a ellos y me siento, ella lo hace igual sentándose a mi izquierda.
Otro silencio incómodo.
— Deja de hacer eso, te harás daño — murmura con suavidad y un tono de preocupación. La miro con el ceño fruncido.
— ¿Qué cosa? — digo neutral, dirijo mi mirada a donde ella señala, dándome cuenta que estaba estirando de la goma de plástico que siempre llevo conmigo y dejándola caer para que golpee mi muñeca.
Dejo de hacerlo notando mi muñeca izquierda roja y es que es un método que he encontrado para apaciguar los nervios. Algo que ahora hago inconscientemente.
No hablamos por un rato, hasta que ella decide empezar la conversación.
— Sé que...he hecho cosas que no están bien. Lo siento — Esa iniciativa me sorprender, no me lo esperaba, pero actúo tranquilo y sigo mirando al frente callado en lo que ella suspira — Lo siento mucho. Yo... lamento muchísimo las veces que no te defendí de él, Stephen, las veces que... te ignoré, que te hice tanto daño. No era consciente de lo que hacía, me dejaba llevar por las malas influencias y supongo que mi madre no ayudó tampoco — ella suspira nuevamente y pone su mano en antebrazo, lo miro un poco desconcertado, ella lo acaricia suavemente — Con un perdón no arreglo todo lo que hice, lo sé. Pero si quieres, si quieres podemos empezar de nuevo, podemos empezar a conocernos más y llegar a restablecer nuestro vinculo de madre e hijo.
Me quedo unos segundos en silencio.
— Lo siento — murmuro y la miro, ella me mira algo confusa y algo asustada. Me adelanté a explicarme — por cómo te grité anoche y... Por cómo insulté a Mía, ella no tiene la culpa de nada de esto — vuelvo la mirada al frente al sentirse mis ojos aguarse, suspiro — Es solo que, no me gusta admitirlo, pero estoy celoso de ella — río sin llegar a ser una risa divertida — suena estúpido, lo sé, apenas tiene 6 meses, pero, tú haces cosas con ella que conmigo nunca hacías, Cómo sacarla al parque, llevarla de paseo por la ciudad, les celebras cada mes de vida, cuando...cuando nunca te acordabas del día en que nací yo — murmuro esta última parte con desanimo — juegas con ella, la vistes, la peinas.. No sé, es sólo que, estoy celoso, jodidamente celoso porque a penas y me alimentabas cuando yo estaba a esa edad.

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Un amor que nadie esperaba
RomanceStephen Smith lleva años enamorado de Ángela Collins, pero tiene un problema: es un egocéntrico, un orgulloso y un mujeriego que no sabe cómo mostrar sus verdaderos sentimientos. Ángela Collins es una de las chicas más dulces, amables y solitarias d...