Stephen:
Lamo mis labios con el corazón latiéndome por los oídos mientras recibo mi churro troceado en un vaso. Ese fue el primer contacto directo que tenía con Ángela, y es evidente la emoción en mi cuerpo, aunque no lo deje notar. Estoy lo suficientemente seguro que debido a la picazón en mis mejillas estoy rojo, algo que puedo disimular con perfección debido a los colores de las luces en la feria.
Al extender la mano con el dinero para pagar, noto cómo me fulmina con la mirada, claramente molesta porque no le permití pagar el costo de los postres.
— Soy una mujer independiente que puede pagar un simple postre — se defiende y me contengo para no sonreír como bobo al ver rastros de chocolate adornando la esquina de sus preciosos labios.
— Una mujer independiente que aún vive su papá, que, además, la sustenta y no obstante tiene sirvientas para todo. Eres una princesa, querrás decir — molesto nuevamente con el apodo que tanto odia. Como esperaba frunce el ceño y revolotea los ojos.
— Para no alterar la paz que había, mejor me quedo callada — espeta y se lleva el churro a la boca. Ahogo una risa y con el tenedor me llevo un trozo de churro a la boca, a diferencia de ella había elegido echarle mermelada de fresa, ya que a mi gusto sabia mejor.
Un pensamiento fugaz cruza mi mente, me aseguro de que permanezcamos dentro del circulo de guardaespaldas que nos tapan la vista, hecho un breve vistazo a que sus hermanos no vengan y dirijo mi mirada a ella, quien está concentrada en comerse su postre. Me acerco y extiendo mi mano a su rostro, con la punta de mi dedo, recojo el rastro de nutella que adorna la comisura de sus labios. Llevo el dulce a mi boca, saboreándolo lentamente mientras la observo, capto a la perfección como sus ojos se abren con sorpresa y su masticación se detiene un instante. Yo, por mi parte trato de parecer inocente mientras mi coqueteo inocente se hace presente entre nosotros, me inclino hacia ella quedando frente a frente.
— Tan dulce como tú — Susurro cerca de sus rellenos labios y sin perder mi vista de ellos.
Cuando alzo la mirada a sus ojos, estos brillan con confusión y cuando va a hablar mi móvil suena con un nuevo mensaje que me hace enderezarme y alejarme un poco, con ello mi Apple watch vibra y lo miro unos segundos antes de brincar por dentro de emoción.
"Christian: Hermano, aquí hay más gente de la que creímos, vayan adelantándose en algunos juegos, lo alcanzamos después."
Relamo mis labios ocultando la sonrisa que quiere renacer. El plan por conquistar a la princesa del gran castillo de ensueños se está poniendo en marcha.
— Bueno, princesa — saco el móvil y volteo la pantalla a ella para que vea el mensaje — Al parecer tus hermanos se tardarán más de lo habitual. ¿Nos adelantamos? — Pongo mi mano en su espalda baja empujándola suavemente, da un respingo como saliendo de su asombro y luego asiente un poco perdida.
Mientras caminamos observo como se lleva lentamente el postre a la boca y lo muerde con la misma velocidad. Parece todavía un poco desconcertada hasta que niega con la cabeza y levanta su mirada para mirarme.
— ¿Realmente tienes dos perros con moños rosas en sus cabezas como fondo de pantalla? — su pregunta definitivamente me es inesperada, juraba que iba a preguntar por el momento anterior, pero en su lugar, decidió preguntar por mi fondo de pantalla. Río leve sin dejar de mirarla.
— ¿Realmente te sorprende eso? — se encoge de hombros y mira hacia delante.
— Pensé que tendrías alguna foto relacionada con el futbol americano — habla en voz alta debido al alboroto que hay en el lugar. Ella se dirige a un puesto de disparo a patos donde hay un par de personas esperando su turno, yo la sigo.
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Un amor que nadie esperaba
RomanceStephen Smith lleva años enamorado de Ángela Collins, pero tiene un problema: es un egocéntrico, un orgulloso y un mujeriego que no sabe cómo mostrar sus verdaderos sentimientos. Ángela Collins es una de las chicas más dulces, amables y solitarias d...