02| Sentir

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Ángela;

Al llegar al aeropuerto de San Diego, era común observar a una multitud de reporteros aglomerados cerca de las áreas de embarque, indagando sobre el viaje con preguntas como "¿Cómo estuvieron sus vacaciones?" y "¿Tuvieron una experiencia agradable?", los chicos no dudan en disfrutar eso, pero yo estoy un poco más alejada al sentirme intimidada y solo saludé a las cámaras sintiéndome tímida, no me gustaba del todo esto de las cámaras y la "fama", me sentía muy insegura. Por eso salía muy pocas veces en la televisión.

Mientras miraba a mis hermanos, noté que estaban abrazando a una persona que pude identificar como su amigo. Esa persona resultó ser Stephen Smith, él vestía de una camisa entreabierta y arremangada que dejaba ver su brazo tatuado, y sus casuales shorts de verano. Con anteojos y una gran sonrisa, parecía imperturbable ante la presencia de fotógrafos que capturaban su imagen.

Stephen Smith es conocido por sus formas de mujeriego, siempre rodeado de una multitud de chicas. Todas las mujeres se han enamorado de sus encantos, siendo yo su excepción.

Me acerco a ellos y él empieza a acercarse con su típica sonrisa socarrona, para darme un abrazo me tenso un poco y para no dejarlo en vergüenza delante las cámaras puse una mano detrás de su espalda y la otra en su pecho, notando su corazón un poco más acelerado de lo normal al tacto, lo que me preocupó ciertamente, aunque no quise admitirlo.

— Hola Ángela — Su voz pareció volverse más profunda cuando me habló.

– Hola — Susurro tímida y me separo — Stephen tienes el corazón muy acelerado, ¿Estás bien? – Me pareció raro al igual que sorprendente ver sus mejillas sonrojarse y mirar a otro lado haciéndome un gesto con la mano.

– No es nada, simplemente venia corriendo – Tan solo asentí breve.

Eso es más raro aún, ¿Corriendo en el aeropuerto?

Sin embargo, no le di importancia al tema y mis hermanos continuaron hablando con él.

— ¿Y qué tal, como la pasaste hermano? — preguntó Daniel, Stephen lo rodeó del cuello amistoso.

No le presté mucha atención a lo que hablaban, en mi mente solo había un objetivo y es llegar a la camioneta que nos estaba esperando e ir a comer algo.

Moría por un Burger Kings en realidad.

Fui la primera en abrir la camioneta en cuanto llegué a ella, Pude visualizar a papá con su habitual semblante serio usando su teléfono cuando entré, pero sonrió cuando escuchó la puerta abrirse.

— ¡Papi! — Me abalancé a él sin importar qué, él solo ríe leve.

— Yo también los extrañé pequeños diablos, ¿ya están contentos y satisfechos? — dijo con una sonrisa.

— Sí — Hablamos los tres, por mi parte alargando un poco la "i".

Yo miré a papá con una sonrisa.

Él va a odiar lo que pediré a continuación

— ¿Podemos ir a por un Burger Kings? — traté de usar mi tono más dulce, papá negó.

— Tenías que arruinarlo, pequeña diablilla — Junté mis manos y seguí con mi juego, sé que funcionará.

— Porfa, papi, por favor, por favor, por favorcito — me miró e hice un puchero, él suspira.

Padre odia la comida chatarra, la detesta, de solo olerla él dice que se le revuelve el estómago, pero lastimosamente tiene una hija que la ama, aunque no la coma seguido por cuestiones de salud.

Un amor que nadie esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora