15| Sorpresas

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Stephen:

Estaba a punto de besar a Ángela Collins.

Esa frase se repetía una y otra vez en mi cabeza, mi corazón latía con fuerza en mi pecho cómo si hubiese corrido un gran maratón. Mi princesa me mira atónita, yo también lo estoy, Tragué saliva, intentando encontrar algo coherente que decir, pero las palabras se negaban a salir.

Dios, estaba tan malditamente cerca.

El timbre suena sobresaltándola, era ya hora de la salida, me habla, pero realmente no estoy escuchando, observo cómo se va hacia la salida con paso apurado, su mochila-cartera colgando de un hombro mientras sus caderas se mueven a un ritmo hipnótico cuando camina. No pude apartar la mirada hasta que desapareció entre la multitud de estudiantes que salían por la puerta que daba a la cancha de fútbol.

Paso las manos por mi cabello y camino rápidamente al baño que está a unos pasos. Me aseguré de que no hubiera nadie y cerré con llave la puerta. Peiné mi cabello con nerviosismo, consciente de que solo había sido un maldito breve roce, pero aun así me sentía eufórico. Solté una risa nerviosa, emocionado por lo cerca que había estado.

Al mismo tiempo, me siento frustrado por no haber logrado mi objetivo. Debería haber sido más rápido. Froté mis manos en la cara, tratando de procesar todo lo que había sucedido.

Estuve a punto, Dios tan cerca.

Cojo mi móvil rápidamente porque, Dios necesitaba darles la noticia a mis amigos de este evento tan breve y emocionante. Sin embargo, apenas podía tocar el patrón de desbloqueo, y finalmente lo dejo a un lado. Me miro al espejo mi cara estaba roja, mis ojos dilatados y una mirada que brillaba con furor, me quedo mirándolo un rato, jamás había visto en mi esa mirada tan... Vulnerable.

Enamorado...

¿Cómo es que una pequeña adolescente que odia mi presencia logra ponerme de ese modo con apenas sólo un roce?

Dios, no lo entiendo.

La puerta intentando abrirse me saca de mi ensueño, camino hasta ella disculpándome por haberla cerrado, la persona le resta importancia y se encierra en uno de los cubículos en tanto yo me devuelvo a mi lugar, guardo mi móvil y lavo mi rostro con el agua que sale un poco fría debido al clima de hoy.

Sin embargo, la temperatura fría del agua no logra apaciguar el calor que empieza a ascender por mi cuerpo cuando mi mente vuelve a ver a mi princesa con el uniforme pegado a su cuerpo y la falda acentuando la hermosa curvatura de su cintura y dejando ver las hermosas piernas acarameladas sin ningún rastro de manchas.

Ella se toma muy en serio el cuidado de su cuerpo.

Sacudo la cabeza gruñendo y finalmente salgo de allí después de cerrar el grifo. '

(. . .)

Llegar a casa y ver a María cocinando es raro...Y más raro es cuando pone la merienda que suele hacer mi abuela para mí en la mesa cerca de mío.

— ¿Y las chicas? — Digo preguntando por el personal, ella se encoge de hombros.

— Les di el día libre — levanto las cejas.

— ¿Los hiciste tú? — señalo los panecillos de nata y el jugo de naranja. Ella asiente con una sonrisa emocionada.

— Sí — Su mirada orgullosa me hace estremecer — Pruébalos, no soy tan buena cocinando, pero me vi un tutorial, espero que te guste.

Veo los cinco panecillos y bajo la mirada al sentir mi pierna siendo abrazada por algo, o más bien, por alguien, todavía el resentimiento hacia ella está ahí, pero ver esos ojitos brillantes y grandes viéndome con felicidad mientras tiene un chupón que succiona constantemente me hace sentir mal por este sentimiento.

Un amor que nadie esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora