Capítulo extra: El origen del mal.

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Narrador:
Era invierno.
Un pequeño niño de no más de cuatro años se paseaba intranquilo en la salida de su jardín.

Eran las 4 de la tarde y su jornada escolar había terminado, sin embargo el nunca quería que éstas terminaran, mucho menos tan temprano, era su único refugio.

A lo lejos, en la entrada principal, logró divisar a una mujer de unos treinta y seis años, su madre; una hermosa mujer de cabello blanco, natural. Coqueta por naturaleza, y bien recibida por el pueblo en general.
Lo que los pueblerinos no sabían, es que su hijo le tenía terror.

—Siento llegar, el trabajo—. habló la joven madre, sonriente.
—Descuide, Jiraiya es un joven muy paciente. Ve con tu madre, pequeño.
—No... No quiero.

La madre del pequeño rió nerviosa, observando fijamente a su hijo, sin decir ni una palabra.

—Vamos Jiraiya, ya es tarde—. La madre ofreció su mano, y el pequeño dudó por un momento.

Tomó la mano, tímido, y se despidió de la encargada con una triste mirada.

Al llegar a casa, Jiraiya corrió escaleras arriba, él debía refugiarse antes de que algo malo suceda; al menos eso es lo que el pequeño creía, ya que su refugio, a su edad tan inocente, eran las sabanas en su cama; y su madre había quitado los seguros de su habitación.

—¡Jiraiya baja ahora mismo!— Escuchaba gritar a su madre desde el primer piso.

Él estaba seguro de no haber hecho nada malo, ¿qué es lo que podía ocurrir?; y más le valía hacerle caso, o algo peor podría ocurrir. Salió de su escondite, dudoso, y bajó las escaleras.
En el salón lo esperaba su madre, sentada en el asiento de en medio, con las piernas cruzadas y una fusta en la mano.

—No mamá, por favor. No hice nada malo—. habló el pequeño, con mucho miedo.
—¿Nada malo, Jiraiya?—. Le preguntó ella, tocando su fusta suavemente —El único error tuyo fue haber nacido—. Lo observó asqueada y se levantó.

Tomó al pequeño, el cual lloraba con una ansiedad desmedida, del cabello y le dio el primer golpe.
Jiraiya sentía su carne abrirse con cada golpe que su llamada madre le proporcionaba.

—¡Mamá!, ¡por favor!— Gritaba, llorando, se sentía su garganta desgarrándose.
—¡Te odio maldito niño, odio todo de ti, me das asco!— Su madre le respondía, estaba fuera de si.

Terminó de golpearlo, lo observó, el pequeño Jiraiya sangraba de boca, nariz, y su cuerpo imaginaba que estaba marcado.
Tomó al niño que lloraba sin parar y lo encerró en una pequeña mediagua que tenía una jaula en ella, lo suficiente para que el niño no pudiera moverse.

—Ahora vas a estar listo, va a llegar él y te vas a portar bien, ¿me oíste?—Tomó un cigarro y lo encendió.
—No mamá, no, eso no. Pégame si quieres, pero no traigas a ese hombre— El pequeño continuaba llorando.
—Me pagaron bien esta vez, y si no quieres que te vuelva a golpear como la mierda que eres, te vas a callar esa puta boca.

Él...
El hombre que ultrajaba al pequeño Jiraiya sin estupro, sin pudor, cada vez que le pagaban a su madre por unas horas, era el alcalde del pueblo.
Algunas veces solía colgarlo del techo, otras lo torturaba solo con algunos cortes o golpes, y otras solo abusaba de él, sin más.

Sin culpa.

Así pasaron los años, entre golpes, torturas y vejaciones, en la vida de Jiraiya. Haber recibido traumas de esa envergadura desde tan temprana edad, le pasaron la cuenta.

A los 12 años ya era amigo de Kakuzu, el hijo del alcalde, que compartían los mismos secretos: el abuso desmedido de sus progenitores.
Esto provocó en ambos niños un odio inhumano hacia las personas que se hacían llamar sus padres, y hacia el resto, especialmente las mujeres.

A los 12 años los niños ya torturaban animales, gatos de toda edad, perros y aves, de una forma horrible.
La única forma de sentir que sacaban un poco ese odio asqueroso por la raza humana.

A los 14 años ambos jóvenes eran conocidos en el pueblo por ser los rebeldes, las ovejas negras de sus familias; sus padres ya no podían con ellos, se habían acabado los abusos, pero sus recuerdos no, y recordaban todo...
Todo y a todos quienes causaron daños irreparables.

Las chicas del pueblo añoraban salir con ellos, pero pareciera que ellos no tenían ojos para nadie.
La última vez que se vio a una joven con Jiraiya, ésta se terminó suicidando, nadie podía explicar la razón de la joven, y nadie sabía qué había sucedido en realidad con el joven, para que ella haya tomado tan extrema decisión; Jiraiya se veía inmutable, imperturbable por todo y todos, por lo que era imposible saber lo que había pasado.

Lo que nadie sabía es que Jiraiya y Kakuzu utilizaron a la joven para las peores vejaciones inimaginables, teniéndola encerrada por días, hasta que terminaron por matarla, y la colgaron en una cabaña abandonada haciendo pasar que fue un suicidio.
Así fue como comenzó el largo y sádico camino de ambos, se sentían preparados para vengarse de quienes les habían arruinado la vida.

Y así sucedió.

Una mañana Jiraiya tomó a su madre, y la llevó al mismo lugar donde él solía quedarse a veces por días, sin comer y con su propia orina.
La mantuvo encerrada, mientras la torturaba, por siete días, junto a su querido amigo.
A la semana Kakuzu trajo a su padre, el alcalde, y le hicieron lo mismo; recordaban sus gritos de dolor y súplicas constantes.

—Así mismo les supliqué yo—. Jiraiya les dijo a ambos.
—Así mismo lloraba yo, y me dolía, padre—. Esta vez fue Kakuzu en hablar, sonriente.

Disfrutaba cada maldito grito desgarrador.
Era su fin.

Ese mismo día le dispararon a ambos, haciéndole creer a todo el pueblo que ambos eran amantes desde hace años.
Así fue como Kakuzu se vengó de su madre, que sabía todas las mierdas que hacía su marido, e hizo que ella terminara suicidándose por su cuenta, sin intervención alguna de él o de Jiraiya.

Fue el comienzo de un camino sin fin.
De torturar jovencitas.
Violar y despojar de toda humanidad, al igual como lo habían hecho con ellos, a indefensas mujeres que cayeron en la trampa de uno de los dos.

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Notas del autor:
Este capítulo es un extra solo para poder conocer un poco más el porqué Jiraiya es tan sádico y deshumanizado con las personas.

Muchas lectoras me pidieron un origen, y fue el más razonable que tenía pensado.
Espero que les haya gustado.

HeeniUch

Secreto familiar (+18). (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora