Manipulador, codicioso, envidioso, posesivo, perverso...
Miles es un chico que está dispuesto a lograr sus objetivos, principalmente llegar a ser una gran estrella de Hollywood... Aunque no de la manera correcta.
Un joven que parece inofensivo... pe...
— ¿Que es lo que quieres? ¡¿No te das cuenta que le sigues haciendo daño a Gwen?! — gritaba Noah.
— Esto no es contra Gwen, es contra ti... — le decía Miles.
— ¡¿Que quieres que haga?! — preguntó Noah.
— Que no vuelvas a ver a Gwen — dijo Miles.
— Eso nunca, no la voy a dejar en manos tuyas, porque se que cuándo te canses vas a volver a lastimarla. — decía Noah — Olvídalo Miles, no me separaré de ella.
— Bueno... Entonces seguirás sufriendo las consecuencias... Yo no tengo nada que perder, en cambio tú Noah... Si — dijo Miles sonriendo.
Noah se le acercó.
— No me rendiré. Quieres batalla, pues la vas a tener... — dijo Noah retándolo.
— Pues de mi cuenta corre que Tú y Gwen no estén juntos — dijo Miles serio.
Noah se retiró mientras Ethan llegaba a la casa.
— ¡Hermanito! De dónde vienes, ¿Por qué siempre llegas a éstas horas? — preguntó Miles.
— No tengo por qué darte explicaciones — le respondió Ethan.
— ¿Qué pasó Ethan, y la confianza de hermanos que nos teníamos? — preguntó Miles riéndose.
— Hace más de 2 meses que esa confianza se perdió, aunque creo que nunca existió de tu parte. Me quedé sorprendido y decepcionado sobre lo que hiciste — decía Ethan.
— Bueno si no me quieres hablar pues allá tú — decía Miles.
— ¿Tú crees que a mí no me duele? Eres mi hermano Miles, aunque no apruebe tu comportamiento, mamá no quería que estuviéramos así — dijo Ethan.
— Por mi mamá ya no se puede hacer nada, ella murió, y yo... Tengo muchas ganas de vivir, de divertirme... La vida sigue hermano — dijo Miles retirándose a su habitación.
Al día siguiente Ethan y su padre conversaban en el hospital.
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— Papá, lo he estado pensando mucho... Creo que ya es hora de tener mi propio hogar — dijo.
— ¿A qué te refieres con eso? — preguntó Bill.
— Compraré una casa en donde vivir, se que no somos muchos en la nuestra, solo tú, yo, Miles y mi abuelo pero... Papá — decía Ethan.
— Dime hijo.
— Tengo 30 años y ya es hora de vivir, hacer mi vida, soy un doctor profesional, esperando a conocer a alguien con quien pueda formar una familia — decía él.
— Es tu decisión hijo, me duele... Pero si eso te hace feliz, pues me queda desearte suerte — dijo Bill.
