Raten [BNHAxOc]

Capítulo 3

Odiaba hasta la médula bañarse temprano, desde que tenía memoria su madre le había dicho «Si te bañas en la mañana, te va a dar un aire mal encontrado» y ella, como buena niña que era (en ese entonces) siempre le hizo caso. Con el paso del tiempo, la costumbre se le quedó.

Y hoy, el primer día de su estadía en Japón, tuvo que hacerlo. El Jetlag le había afectado a tal grado que durmió todo el día anterior.

Se despertó más temprano de lo usual para darse una ducha antes de ir a hacer el examen. Quería dar una buena impresión. Se puso un conjunto deportivo que tenía, y fue a la dirección que Midnight le había dado ayer.

[...]

Cuando llegó a la academia, se sorprendió mucho al ver el tamaño. Era como el tamaño de su secundaria por 10. Era realmente increíble ver la diferencia entre un país tercermundista y uno primermundista, Evelyn decidió no pensar mucho en eso, mejor se apresuró a ir al aula donde haría el examen escrito.

Al llegar, intentó abrir la puerta como lo hacía en México pero se dió una palmada en la frente al darse cuenta que era necesario deslizarla, no jalar.

«Primero hacía el ridículo jalando en lugar de empujar, y ahora lo hago en vez de deslizar»

Suspiró, y entro sin más.

Resultó que era la última en llegar, tan solo eran cuatro personas contándola a ella. Uno de los chicos y la chica la miraban con desaprobación.

Mantuvo su postura recta, sentándose en el último asiento libre, junto a un muchacho bastante alto- ¡HOLA!- prácticamente le gritó.

Ella sonrió, y le devolvió el efusivo saludo-¡Buenas!-

Ambos se sonrieron, las otras dos personas se veían entre ellas extrañadas. Ambos eran personas algo molestas al parecer del bicolor.

-¡Soy Inasa Yoarashi!- Habló extendiendo su mano como saludo

-Me llamo Evelyn Flores Montoya- Contestó, hablar en japonés aún era algo raro para ella

-¿No eres de Japón?- Preguntó, los dos que escuchaban su conversación prestaron un poco mas de atención

-No- Respondió riendo ligeramente, a la espera de que un profesor llegara pronto-Soy de México-

-¿Mekishiko?- Habló confundido

-Sí. Abajo de América-

-¡Entonces eres extranjera!- Evelyn rió, cuando llegó al salón Inasa parecía muy molesto. Pero ahora se encontraba totalmente animado

-De hecho llegué ayer a Japón- Sonrió- Antes de llegar acá creía que los japoneses eran más estirados-

-...¿Más qué?-

-Umm... Más serios. Pero después de hablar contigo y con la señora que me recogió ayer ¡me doy cuenta de lo equivocada que estaba!- Terminó riendo alegremente, el chico la acompañó.

Luego de eso llegó un profesor bastante peculiar; tenía su rubia cabellera acomodada de alguna manera extravagante que lo hacia estar prácticamente flotando, también tenía unas bocinas en el cuello y unos lentes anaranjados cubrían sus ojos verdes.

Hablaba exageradamente alto, y con demasiada energía. Les entregó una hoja con preguntas que debían responder en un tiempo límite.

Honestamente, lo único que a Evelyn se le dificultó fueron los kanjis de las preguntas. Pero lo demás fue bastante sencillo de responder, al menos esa era su opinión.

[...]

La prueba física fue algo que merecía la pena observar; lo que tuvieron que hacer fue algo así como un circuito de obstáculos. Lo primero era una carrera bajo un tiempo límite. Evelyn realmente no sentía que esta fuera una escuela muy sobresaliente (al menos por ahora) los profesores parecían iguales a los de ella, muy relajados tomando en cuenta su profesión, y las pruebas resultaron ser básicas.

Eran más orientadas al poder de ataque de tu peculiaridad que a una fuerza más... práctica. Después de la carrera de velocidad, (Que ganó Inasa, por cierto), fue una prueba contra robots.

Los evaluarían considerando el daño que le hicieran al robot en cuestión.

«Fácil»

Cuando tuvo a su oponente frente a ella, extendió ambos brazos hacia este. El robot era verde, y no tuvo tiempo de sorprenderse por su tamaño cuando ya la estaba atacando. Esquivaba como podía, y cuando sintió que estaba preparada hizo su movimiento; estiró sus dedos hacia el robot manteniendo su mirada fija en su cabeza, y en un santiamén ya no había un enemigo contra el cual pelear. Simplemente se desvaneció.

Sus examinadores y futuros compañeros no pudieron evitar girarse a ver qué era lo que había sucedido. Ella se dejó caer al suelo, respirando agitadamente. Los profesores rápidamente se acercaron a ella, dandole una calificación perfecta.

Ella sonrió agradecida, preguntando si ya se podía retirar de ahí. Ellos le dieron una respuesta positiva, y sin más se retiró a el aula. Sus resultados se los darían el mismo día, por lo que solo tenía que esperar a que los demás terminaran su prueba.

«Ni siquiera en la ciudad tenemos robots tan bien elaborados» Pensó antes de irse del campo de entrenamiento.

[...]