Capítulo 2: Autoestima

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Sus padres se habían divorciado seis años atrás, los motivos los desconocía, lo que no resultaba un misterio para él era que ambos se habían olvidado de su rol de progenitores y sólo se ocuparon con sus vidas. De su padre no le extrañaba, siempre anteponiendo el trabajo, refiriendo que este ponía la comida en la mesa. Su madre era sobrecargo en una aerolinea nacional; harta del machismo de aquel bastado, se había propuesto en aportar algo de dinero tambien, su empleo, bien pagado claro, pero con un precio alto en intereses, los cuales costeaba el menor de aquella familia.

Sehun se refugiaba en sus amigos del instituto, procuraba pasar la mayor parte del tiempo con ellos después de clases. Con Jongdae no siempre funcionaba pues sus temperamentos chacaban constantemente a diferencia de Chanyeol quien fungía de mediador en los escenarios espectaculares de aquellos dos que buscaban cualquier pretexto para comenzar una batalla que en veces terminaba con un silencio de algunos días. Eso no impedía que los amara a los dos por igual.

Ellos tres eran parte de lo que consideraban los freeky's del colegio, no es como que fueran feos, solo habían dado la espalda a los estereotipos y tendencias de moda.
Odiaban las críticas y la gente falsa, pero en secreto opinaban y chismeaban sobre lo patético que les parecía el rol que jugaban los populares, lucía tan desgastante, tan vacío, esos pobres desdichados condenados a las apariencias, siempre mirándose increíbles, sin derecho a equivocarse. A escondidas los compadecían y burlaban de ellos, en especial del presidente del Consejo estudiantil, quien según las mujeres era todo un galán. Lo detestaban a excepción del más alto a quien simplemente le daba igual y jamás opinaba.

— Han visto cómo comienza a rascarce el cuello con el pulgar cuando no tiene respuesta, leí que es reflejo de alguna inseguridad oculta — proferió Jongdae.

— Tal vez la tiene chica y... — Responde Sehun, quien no termina la frase debido a una profunda risa.

— Siempre te vuelves tan vulgar, lo llevas a otro nivel.

— ¿Ahora qué?

— Cómo sea, basta chicos, ya dejémoslo en paz por hoy — Se impone Chanyeol.

— ahora van a defender al cara de culo con hemorroides.

— Sehun, basta.

— ¿qué diablos pasa contigo? Yo hasta creí que eran hermanos, digo por lo de la cara — se ríe el más bajo de los tres.

— Jongdae, ¿estás a mi favor o en contra?

— Jaehyun me cae mal pero odio que te expreses de manera tan estupida.

Chanyeol solo les miraba sin comprender cual de los dos tenía la razón, a su criterio ambos eran unos tontos, hermosos tontos.

— Entonces ¿así serán nuestros últimos meses de instituto juntos? Peleando y eso voy a llevarme a la universidad, donde estaré un año completo sin ustedes, si que son los peores amigos — lo hace solo para apaciguar las aguas ya que no se encuentra sentido en absoluto.

Ignorando las manías del líder estudiantil deciden ocuparse en ir a los videojuegos luego de la escuela. Al pasar por el corredor principal de los casilleros, se encuentran de frente con aquél joven de cabellos color castaño a quien habían estado criticando en el patio de ejercicios.
Este solo les sonrió cortesmente y simuló una reverencia con su cabeza y hombros, había sido más una reverencia con los ojos o tal vez un simple parpadeo. La triada lo dejó pasar y salieron de las instalaciones lo más rápido que pudieron.

— Siento pena por el pobre, es tan popular y no lo usa para conseguir una novia, en su lugar se queda hasta después de clase a hacer no se que.

— que aburrido tipo, como puede ser popular un piñado como ese, no tiene gracia.

El mayor no prestaba atención a la charla de aquellos, sólo se integró hasta que vió frente a sus ojos aquel local de videojuegos donde seguro pasarían toda la tarde y parte de la noche hasta que los hecharan de ahí a las 12:00 am. Sus pronósticos no herraban y cerca de la una de la madrugada este opto por despedirse de sus camaradas, de acuerdo en que era demasiado tarde todos se despidieron y cogieron taxis para llegar a sus hogares a dormir y prepararse para el fin de semana.

El menor de los amigos, llegó a su casa y corrió directo a su habitación sin pasar por el baño, brincó a la cama y se cubrió con el edredón lo más rápido que pudo, tenía miedo a la soledad, pensaba que los demonios y fantasmas la usaban para aprovecharse de sus víctimas y así nadie les escuchara o diera por locos.
Sacó su celular y encendió la linterna para luego estirar la mano fuera de su campo de protección y encender la lámpara de la mesa de noche.

Se odió un poco por lo patético que lucía pero no pretendía cambiarlo. Se destapó el rostro y miró fijamente el techo de su habitación, preguntandose si acaso era normal sentirse tan solo aún estando acompañado, si era normal sentir atracción por personas de su mismo sexo o incluso si era normal odiarse un poco, pensó que tal vez es una experiencia por la que todos pasan alguna vez antes de volverte normales, pero ¿qué era normal?

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Se encontraba parado frente a la ventana de su habitación, pemsando una y mil cosas. Llamó su atención la tenue luz de la casa delante a la suya.

¿Acaso Sehun le temía a la oscuridad? Dudó aún sabiendo la respuesta desde tiempo atrás. Optó por ignorarlo, no era su asunto. Escuchaba los gritos de sus padres quienes fingían hablar por lo bajo, se recriminaban tales barbaridades que el menor de la casa se colocó los auriculares entregándose a Paganini, respirando profundo al compaz de la melodia, fundiendose en uno solo hasta quedar tendido en la cama, totalmente inconsciente en la penumbra...

Como odiaba los sábados, no podía ir a la escuela, no tenía amigos y lo peor, no había manual de:Dear me. Amaba aquel programa, lo llenaba de tranquilidad. No se perdía ni una sola emisión, claro, en secreto, siempre con un auricular en el oído izquierdo.

Podía ser muy estúpido de su parte pero sentía complicidad entre aquello y él, como si a alguien le interesara el verdadero él, alguien que ni le conocía. Como todo fan soñaba con verle en persona y expresarle todo lo que pensaba, era todo un Johfam, como llamaban al fandom. Fantaseaba, luego volvía a la realidad, así eran sus noches, por lo regular, hablando solo, en una amena charla con el Johnny imaginario y su esperada reunión.

— y así son los días casi siempre Johnny, hoy por ejemplo, me gané un nuevo apodo — dice riendo mientras sus ojos se llenan de lagrimas — Logré escucharlos.

— y ¿si dejaras que te conocieran? —
Se autoresponde al espejo.

— les gustaría mucho menos, esto es lo mejor que puedo hacer y aun así no es suficiente, ¿qué hago Johnny?

— nada, me tienes a mí, lo sabes, lo escuchaste ¿no es así?

— aún la extraño — menciona tapando su boca con ambas manos para luego abrazarce él mismo.

El manual de: Dear MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora