Cap4: Azúl

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El programa del viernes había sido una locura, cientos de llamadas, mensajes. La gente estaba sorprendida de escuchar a Johnny furioso; el siempre animoso y optimista, se encontraba indignado, incrédulo de que alguien tan malvado estuviera por ahí como si nada mientras la familia de un inocente estaba destrozada, No podía callar su corage. La respuesta del público, opiniones divididas, algunos aportando al locutor, otros tantos (aunque menos) disgustados por abordar un tema de semejante delicadeza. La reprimenda fue la cancelación para la emisión del lunes, le habían pedido disculparse, recibiendo una negativa por parte del titular. Esperaban para el martes se encontrará más capaz de realizar su labor con suavidad.

Estuvo recibiendo recados todo el día, haciendo las peticiones para el martes y algunos preguntando el porqué no hubo programa, respondía a cada uno lo más amable posible.

Mientras veía por la ventana desde su apartamento, buscando inspiración para el día siguiente, una tormenta apareció de la nada, bastante fuerte y llena de vientos torrenciales, miró fijamente y recordó aquella petición del anonimo, justo en ese momento recordó la canción de D.Ear, tal vez aquella persona había enviado otra carta a la emisora, aunque era poco probable, la lluvia había sido tan repentina, sin pronóstico metereologico.

Sin importarle llamó a la estación y preguntó si había alguna epístola para él. La respuesta fue que no, pero si llegaba alguna se lo notificarian y así fue, pasadas dos horas, le llamó la chica de recepción informándole que había un sobre a su nombre. Johnny exaltado preguntó si habían visto al sujeto pero la joven solo negó, asegurando la habían dejado en el buzón, literal.

Luego de unas cuantas súplicas por parte del comentarista radial, la mujer abrió el sobre y tomó una fotografía de aquella hoja y se la envió por mensaje privado.

~ Gracias, guardame la carta para mañana. No la tires ~ mencionó, luego finalizó la llamada.

Abrió el archivo para ver qué le habían enviado esta vez.

Si un día astiado de mi te marcharas, con calma y paz te despedire.
Del monte Yak desde Yeungbyeun mil azaleas traere para esparcir ante ti.
Tendidas así esas flores daña con paso suave al partir.
Si un día astiado de mi te marcharas, aunque muriese no lloraré.

Me gustaría escuchar rain is falling by D.ear. Gracias.

Johnny se hallaba intrigado sobre el contenido de aquellas dos cartas, podía parecer bobo pero no sabía si quien las escribia quería que él las recitara en el programa, pero a considerar que finalizaba pidiendo una canción, la cual era la misma en ambas, se llegó a pensar que la poesía era más como una paga por aquella complacencia o como si de un desahogo se tratara. Estaba confundido y sólo se sacaría la duda preguntando en la emision del martes, tal vez aquel o aquella poeta eran demasiado penosos para dar su nombre pero necesitaban que la gente conociera su trabajo o él podía ser su amor platónico, lo cual no sonaba lógico ya que parecían más dedicadas a alguien que ya no está. En ese instante se quedó frío, que tal si ese ser se estaba despidiendo, enviando señales para que alguien le ayudara, que tal si todo esto era un adios. Necesitaba saberlo, hacer algo por el o la pobre que cargaba semejante peso en sus hombros. Quizás cada que llovía pensaba en quitarse la vida. Lleno de incógnitas pasó casi toda la noche sin pegar el ojo, se estaba volviendo loco por alguien que no conocía. Esa era la mejor cualidad en aquel chico, quería ayudar a las personas más allá de sí eran o no sus amigos, quería que él mundo estuviera bien para todos y no sólo para quienes él conocía, siempre terminaba preocupándose casi por cualquiera. Esa era su esencia y lo transmitía en su labor.
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Luego de su percance con Sehun, se quedó revisando las hojas de suspensión, tomó algunas en específico de nombres que le parecieron familiares y comenzó a revisar el historial de conducta el cual no pensaba que fuera un misterio.

Se sorprendió más de la cuenta al ver que tres de los cinco king bully's no tenían ni un solo reporte, mientras los otros dos, tenían dos llamadas de atención por llegar tarde a clase. Se sintió como un completo estúpido reprendiendo a Oh cuando estos bribones se regodeaban por los pasillos y patios como verdaderos hijos de padres corruptos. Todos chaebols.

De pronto comenzó a llover descomunalmente, miro por la ventana por un rato. Las nubes comenzaron a nublar el cielo, el cual parecía haber oscurecido más pronto que de costumbre.

Cogio su zurrón mientras maldecia mentalmente por no llevar paraguas, llegaría empapado a casa y no pretendía gastar una fortuna en un taxi por aplicación, eso no le salvaría de cruzar el patio de la escuela, igual se empaparia, que mas daba.

Fue directo al corredor de salida cuando un ruido en el techo lo inquieto un poco, además del guardia de seguridad y él la escuela debía estar vacia. Retrocedió unos pasos y subió al segundo piso, comenzó a inspeccionar cerca del área de lockers. Su mirada vagaba por todos lados en busca de algo que usar como arma. Si fuese un animal el ruido se seguiría escuchando, cogio los cordones de su mochila y los apretó en un intento de obtener valor y su mente no lo traicionara. Un gruñido a tono de lamentación provino desde el baño de mujeres, corrió rápido y cogio la manija para abrirla, empujó fuerte pero no podía hacerle ceder.

- ¿hay alguien ahi? Abran o serán expulsados sin excepción - grito mientras seguía forcejeando.

Las luces se apagaron y el piso entero quedó a oscuras haciendolo saltar por el susto. Recordó que el baño estaba clausurado por dos inodoros que goteaban y ocasionaron un desastre en el suelo desde la semana anterior. El pánico se apoderó de su cuerpo y como pudo corrió hasta la planta baja donde miró a todos lados y sin importarle el chubasco se condujo a la avenida principal en espera de un autobus, sin percatarse del horario.

El velador que salía del cuarto de luces le miró a lo lejos, había hecho su primer rondin y cuando fue a apagar el alumbrado no le había visto en la oficina del director por lo que pensó que ya se había ido, le hizo una seña para prestarle un paraguas pero el castaño no le vio.

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Cerca de las once de la noche abrió la puerta de su casa, estaba hecho un desastre por el aguacero. Vio a su padre dirigirse escaleras arriba, le hecho una mirada mientras esté se alejaba a la planta alta; se preguntó ¿porque sus padres no amaban a sus hijos? No sólo era él, con ella había sido igual, como si no existiera. La indiferencia de sus padres le confería un profundo dolor, por él y por Krystal, esperaba que de verdad los muertos no visitarán el mundo de los vivos o quedarán varados entre ambos, de lo contrario su hermana estaría profundamente dolida por todo.

Se quito los zapatos y medias, se dirigió al cuarto de lavado y cogio la mopa, se fue limpiando el lastre que hiba dejando a su paso, fue así hasta llegar a su habitación. Encendió la luz y comenzo a desvestirse. Tomó una ducha y al salir sacó sus pertenencias de la mochila y la limpio, lo mismo con los zapatos, por suerte aun conservaba el par del año pasado. Bajo y lavo su uniforme, regresando el lampazo a su lugar.

A la mañana siguiente sentia letargo pero se levantó a lavarse y prepararse para el instituto. Cuando tomó sus pertenencias para ingresarlas al fardel, recordó que había olvidado hacer la tarea, se maldijo profundamente, ahora tenía que hablar con los profesores para una prórroga y así no afectar su récord escolar.

Bajo apresurado y saludo a la mujer de limpieza quien hiba llegando recién, antes de abrir la puerta principal topo mirada con su madre, bajo la vista y se marchó, llevaba prisa y si no aceleraba el paso perdería el autobus. Al salir rozó mirada con su vecino el cual al parecer tambien llevaba apremio.

Las cosas no podían ir a peores ¿o sí? Tendría que llegar a la parada acompañado de Sehun.

El manual de: Dear MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora