10. Unskinny Bop

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El calor del desierto donde se encontraba el hotel en que me hospedaba era infernal. Me la pasaba en el mar refrescándome con el agua natural. Sin embargo, el desierto no era lo único que me quemaba.

Uno de los responsables del hotel estaba para comérselo vivo. Espalda ancha, abdominales marcados, piernas increíblemente largas, poco vello en el pecho, barba larga y espesa y cabello largo y sedoso. Los tipos con barba y cabello largo no eran de mi preferencia pero éste tenía algo que me estaba volviendo loca. Necesitaba tenerlo entre mis piernas y aliviar este deseo candente que traía desde que lo vi por primera vez, sin embargo, había un problema.

Era casada y ésta era mi luna de miel.

No es que el fuego de la pasión con mi reciente esposo se haya apagado. Teníamos muy buen sexo. Pero es que ese hombre del hotel había sacado un lado que yo desconocía de mí. Axel había tenido su despedida de soltero en todo sentido, es decir, volvió a ser soltero por última vez y eso incluye haber estado con otras mujeres. Ambos habíamos acordado esto. Sin embargo, yo no tuve despedida de soltera como él así que tomaré este momento como mi despedida definitiva de la soltería.

Eran las cuatro de la madrugada y mi esposo dormía profundamente en la cama que compartíamos. No podía dormir. Estaba desesperada y ansiosa de tener a semejante hombre en mi interior. Me levanté cuidadosamente de la cama y tomé un abrigo con cierre para salir de la habitación.

Debajo de mi abrigo sólo traía mi lencería blanca de encaje. Esperaba poder encontrar despierto a aquel hombre que tanto me atraía. En silencio, caminé por los pasillos, el buffet, la recepción... nada. No lo encontraba por ningún lado. Me dirigí de nuevo hacia el buffet y encontré cigarrillos. Tomé uno y unos fósforos ya que mi encendedor lo había dejado en mi habitación. Lo encendí y lo fumé con lentitud.

La nicotina me relajaba cuando mi ansiedad estaba en su punto máximo o cuando algo me agobiaba. Decidí terminar de fumar fuera del hotel. Salí del lugar y me dirigí hacia la mitad de la arena. Contemplé el mar y el ruido de las olas en silencio. El clima por las noches en el desierto era exquisito. Estaba por terminar mi cigarro hasta que escucho una voz detrás de mí.

- ¿Está todo bien? Es muy tarde para que esté sola aquí fuera - hablo aquel hombre que tanto buscaba. Sonreí extasiada y hablé.

- Sí, es sólo que mi esposo ronca fuerte y no he podido conciliar el sueño - reí - ¿Cómo te llamas?

- Ari, ¿y usted? - preguntó respetuosamente.

- Dime ________, y no me trates de usted que soy joven todavía - reí seductora. Lentamente me acerqué hacia él mientras contorneaba mis caderas.

- ¿Y que tan joven eres? - me sonrió y me guiñó un ojo.

- Veintiocho años, cariño - dije a milímetros de sus labios. Él pasó su lengua sobre estos y me devoró como si se tratase de su última comida en su vida. Llevé mis manos hacia su melena sedosa y larga. Él llevo ambas manos hacia mis caderas, alternándolas hacia mi trasero. Rompí el beso apasionado por falta de aire y él llevó sus labios a mi cuello mientras bajaba el cierre de mi abrigo con lentitud. Se alejó de mi cuello para retirar mi abrigo y contemplar mi cuerpo. Sus ojos azules se tornaron oscuros mientras me miró desde la cabeza hasta la punta de los pies sin descaro alguno.

- Vaya que eres hermosa - dijo con voz grave. Yo sonreí con seguridad y retiré su camiseta. Volví a besarlo con pasión mientras mis manos acariciaban su cuerpo por completo. Tenía unos brazos llenos de músculo y un abdomen duro y digno de admirar. Una de mis manos subió hasta su nuca mientras la otra bajó hacia su entrepierna la cual yacía dura y rígida. Mordí su labio inferior en reacción a su miembro abultado. Lo apreté un poco y él rompió el beso de golpe.

- Ven cariño, nos pueden ver aquí - tomó mi mano y mi abrigo y nos metimos dentro del hotel. Llegamos a su habitación en silencio y nos besamos de nuevo con pasión y lujuria. Él me tomó por las piernas y me hizo rodearlo por la cintura con ellas. Sin dejar de besarnos, gemimos al rozar nuestras partes íntimas. Me llevó hasta una esquina alejada de su amplia y espaciosa habitación.

Me bajó de su agarre y me acorraló contra la pared, mientras me desvestía con desesperación. Rompí el beso para hacer lo mismo con él. Su miembro era ancho y grande, logrando que mordiera mi labio inferior. Intenté agacharme para acariciar su erección pero él no me lo permitió.

- Date la vuelta, bebé - dijo con voz grave y sensual.

Obedecí al instante y me di la vuelta, pegándome a la pared y levantando mis nalgas hacia él. Ari se apoyó descaradamente sobre mi trasero mientras su mano derecha se dirigía a mi entrepierna chorreante y caliente. Con su mano disponible la dirigió a mis pechos para amasarlos y pellizcar mis pezones.

Uno de sus largos y dedos gruesos entró en mí con suavidad. Lo metía y lo sacaba y a veces lo movía en mi interior. Me estaba robando los primeros gemidos de la noche hasta que su mano que estaba en mi pecho se dirigió a mi boca, cubriéndola por completo.

- ¿Quieres que tu esposo te oiga gemir, bonita? - me preguntó al oído para luego morder el lóbulo de mi oreja. Yo negué rápidamente mientras gemía en su mano. Ari incrementó el ritmo de sus caricias hasta llevarme al primer orgasmo de la madrugada.

Retiró su mano llena de mis fluidos y se acarició a si mismo para penetrarme de una sola estocada. Grité extasiada en su mano izquierda mientras me adaptaba a su gran tamaño. Su mano derecha se dirigió a mis caderas para agarrarlas con firmeza mientras comenzaba a moverse. No podía parar de gemir con sus embestidas.

Estuvimos en esa posición por unos cuántos minutos hasta que salió de mi interior. Me dio la vuelta de nuevo y me tomó por las piernas para rodearlo por la cintura y penetrarme con dureza nuevamente. Llevó una de sus manos a mis labios para callar mis gemidos mientras con su boca devoraba mis pechos.

Mi feminidad se contrajo, anunciando mi segundo orgasmo. Ari lo notó y me embistió más rápido para que llegara al climax. Segundos después ambos llegamos al éxtasis. Ari gruñía en mi cuello mientras yo intentaba recuperar mi respiración.

Minutos más tarde me encontraba aseándome en mi habitación para quitar todo rastro de fluido masculino y los míos. Estaba muy relajada con el agua caliente mientras tenía los ojos cerrados. Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta que alguien entraba a la ducha conmigo.

- ¿Qué pasa cariño, no puedes dormir? - dijo mi esposo a mis espaldas, besando mi hombro derecho.

- Me sentía muy agotada, amor - sonreí pícara. Lleve mi mano izquierda hacia su miembro pero me detuve a mitad de camino cuando me di cuenta de algo...

En otra habitación...

- Te olvidaste de algo cariño - dijo Ari sonriendo divertido mientras sostenía la alianza de matrimonio de la joven seductora.

Burnin' Up with Evans & othersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora