Un millón de años atrás

2.7K 261 124
                                    

LLegaron a la nueva base y Evo les abrió la reja para que entraran rápidamente con la moto. Estos aparcaron y se bajaron, Horacio con cuidado porque la herida aún le dolía.

─ Hey jefe, al fin llegaron, los muchachos están celebrando ya sin ustedes, a mi y a Cebrín nos tocó vigilar esta noche. ─ dijo Evo un poco amargado por tener que perderse la celebración ─ Hombre Taco, ¿te encuentras bien? ─ le preguntó a Horacio refiriéndose a él con su apodo.

─ Algo adolorido, pero bien. ─ le dijo Horacio un poco decaído.

Antes de llegar a la base, Gringo le dijo a Horacio que se ponga una bandana; su rostro y el de Gustabo solo era conocido por algunos miembros de la mafia, y él prefería que siga siendo así.

Ambos caminaron hacia la zona cerca al muelle que tenían en la base, y Horacio observó que se encontraban sentados en un círculo con muchos tragos en el centro de ellos.

─ Que nos sacamos de encima a los putos picoletos Glingo ─ le dijo Xiaomi animado ─ pulimos hacel la mudanza exitosamente, no falta nada, ni las almas ni la droga. ─ dijo levantando su trago.

─ Pues que esperabas hombre, trabajo en equipo. ─ Le dijo Gringo riendo y sentándose a su lado.

─ Hey hermano ─ le dijo Gustabo a Horacio que venía un poco rezagado, parándose y abrazándolo sin cuidado, a lo que Horacio soltó un quejido que este ignoró ─ triunfamos, que todo fue un puto éxito, ven vamos a emborracharnos.

─ Tu ya lo estás por lo visto, Wilson. ─ dijo refiriéndose a Gustabo y sentándose con cuidado a su lado.

─ Qué va, si recién empieza la noche hombre.

Siguieron tomando y conversando de cosas sin importancia y de planes de la mafia, mientras escuchaban música y una que otra vez se paraban a bailar en sus sitios. Mientras que el poco alcohol que Horacio tomaba le hacía efecto, se iba olvidando del dolor y de la pena.

Hasta que muy entrada la noche, cuando se animó a bailar con los demás, ellos ya se encontraban muy borrachos, pero él, debido a que no tomaba mucho, solo estaba levemente mareado.

─ Ey jotito ─ le dijo Emilio a Horacio ─ ya era hora que se anime, que esta es una celebración hombre, que hemos triunfado gracias a lo irritante que eres para los policías. ─ se carcajeó.

─ Pues si en eso tiene mucha práctica, ¿acaso no te acuerdas? ─ le dijo Gustabo desde su sitio, a este no le llamaba mucho la atención bailar, pero sí que había dado rienda suelta al alcohol esa noche.

─ Ah claro claro...si nadie te soportaba ahí hombre. ─ le dijo Emilio burlándose.

─ Si hasta te rechazaron ¿no? rompieron tu delicado corazoncito hermanito... ─ se rió Gustabo.

─ ¿Cómo? ─ dijeron Xiaomi, Nadando y Macaco al mismo tiempo sorprendidos.

─ Para... ─ le dijo Horacio a Gustabo dejando de bailar y mirándolo serio.

─ Ey habla ─ se acercó Xiomi a Gustabo ─ que este malicón estaba colgao de un puto picoleto...

─ Claro... si hasta se le declaró y todo el show, pero le rechazaron. La verdad se le vio muy ridículo. ─ se rió Gustabo.

─ Gustabo... para... ¿quieres? ─ le dijo Horacio parándose frente a él.

─ Oye calma, solo estoy diciendo la verdad hombre ─ levantó la manos frente a él en modo de defensa y el resto de los hombres observaban la discusión en silencio ─ o no te quedaste con ganas de darle por el culo... ahhh cierto que tu prefieres que te den...

Solo quiero ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora