Solo quiero ser Horacio

A donde pertenezco

─ ¿Qué te pasa cariño?

Horacio miraba distraído por la ventana del auto hacia la carretera, preocupado más que nada por la salud de Volkov, y lo peor es que no tenía ninguna forma de comunicarse con nadie, todos sus contactos del CNP estaban en la sim que tiró al mar.

─ ¿Horacio? ─ John puso una de sus manos en su pierna izquierda llamando su atención y haciendo que volteara a verlo.

─ ¿Dime?

─ ¿Qué te pasa? te noto ausente.

─ No es nada. ─ le dijo posando su mano sobre la que John tenía en su pierna.

─ Mira, si es por lo que dijo Nadando no te preocupes, que eso es pura mierda, yo se lo que pasó anoche, se que has estado conmigo, cómo voy a olvidarlo joder, nada de lo que digan de ti me importa.

Horacio lo miró tenso aún recordando lo que había pasado en la noche, pero más que nada por como lo drogó y aprovechó la oportunidad para rescatar a Volkov.

─ ¿Oye, no me crees? ─ John paró el coche estacionando a un lado de la carretera, puso su otra mano en la mejilla de Horacio con ternura ─ Horacio, yo confío en ti, yo te creo, me dijiste que estabas conmigo y te creo, no dejes que nada de lo que esos idiotas digan te afecte, yo se quien eres, y anoche más que nunca me demostraste que estas conmigo realmente.

Horacio se sentía mal, horrible, la peor basura del mundo, ese hombre estaba ahí abriéndole su corazón y él lo había usado vilmente, lo había drogado sin pensarlo dos veces, y John solo lo quería de verdad. Una lágrima se resbaló de sus ojos mojando la mano de John.

─ Oye, tranquilo, todo va a estar bien ─ se acercó y le dio un beso rápido en la boca ─ ahora ¿sabes lo que vamos a hacer? vamos a ir a buscar una casa que tenga una habitación que te guste, con piscina y unas vistas impresionantes, ¿te parece? ¿eso te alegrará?

─ No es necesario John de verdad, agradezco todo lo que me dices, pero en serio yo no necesito nada de eso.

─ No te lo doy por que lo necesites ─ John arrancó el coche e ingresó a la carretera ─ te lo doy porque quiero, y lo quiero compartir contigo.

*

Horas después Horacio miraba la piscina desde su nuevo cuarto que compartía con John, la verdad que la nueva sede era una completa locura, una mansión ni más ni menos, que mejor para que se esconda la mafia más peligrosa de la ciudad que una mansión de millones ¿no? Tocaron la puerta que estaba abierta sacándolo de sus pensamientos.

─ Horacio, ¿puedo hablar contigo? ─ le dijo Nadando.

─ Si claro, dime ¿Qué necesitas?

─ Quiero pedirte disculpas por lo que dije en la mañana, no debí...

─ Espera, detente, ¿Gringo te mando a que te disculparas?

─ Emm si.

─ No tienes que hacerlo.

─ Pero de todas formas sé que no debí decir esas cosas, solo estaba frustrado por lo que sucedió y me las agarré contigo.

─ Bueno no te preocupes, no pasó nada, olvidemos el tema.

─ Horacio puercooo... ─ Gustabo entró a su habitación sin invitación interrumpiendo la conversación.

─ ¿Gustabo? ¿Que...? ¿Cómo estás aquí? ─ no pudo evitar su sorpresa y nerviosismo, si Gustabo estaba ahí, podía saber qué había pasado con Volkov.

─ Como que ¿Cómo estoy acá? pues vine en coche ¿en que más? ─ Horacio se rio disimulando mientras Gustabo se tiraba en su cama nueva y Nadando los dejaba solos.