Moretones

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─ ¡Quiero alcohol!

─ ¡Ni de coña! No es buena idea Horacio. ─ le dijo Conway acercándole una taza de té a Horacio quien estaba en la barra de la cocina ─ Déjale eso al capullo de Volkov.

─ Mierda.... ¿Cree que se emborrache?

─ Es lo que hace para solucionar sus problemas, o eso cree él que los soluciona.

─ ... ─ Horacio bajó la cabeza a mirar su té preocupado.

─ Le llamaré.

Conway se alejó y Horacio le dio sorbos pequeños a su té, que no le gustaba para nada, él preferiría un jugo, pero no iba a rechazar el detalle de papu. Casi de inmediato regresó Conway y se sentó frente a él.

─ Está en su departamento, no tenemos que preocuparnos por él, se puede cuidar solo.

─ Vale.

─ No tienes que contarme nada si no quieres, son cosas de ustedes dos, solo no dejen que influya en lo laboral. ─ dijo prendiendo un cigarro.

─ No, no se preocupe.

─ Vale, estaré en mi habitación si necesitas algo.

Conway se retiró de la cocina y Horacio se quedo largo rato mirando su taza de té que ni volvió a beber, pensando en cómo Volkov pudo ser tan insensible y si quiera lo escuchó, era un reverendo idiota y cerrado, pero eso ya lo sabía antes de empezar la relación, sabía que era frío y que no sabía expresar sus sentimientos, pero lo que no sabía era que eso aún podía seguir haciéndole tanto daño, Volkov no entendía la capacidad que tenía que con unas simples palabras podía destruirlo y volver a romper su corazón, sean estas palabras lo que realmente sintiera o no. Tenía que hablar con él, y hacerle ver que no podía dejarse vencer por la rabia del momento, que lo que le había dicho le había dolido, él sabía que no era real lo que le había dicho, pero le había dolido demasiado.

Rendido por el cansancio de su día de trabajo se fue a su cuarto a dormir, esperando que Volkov no esté bebiendo mucho y que al día siguiente pueda estar más tranquilo para hablar. Pero en su mente rondaban las imágenes de esa noche, de ese momento en que rompió su palabra y se acostó con John, no por que quería, solo que se había embriagado, su cuerpo no le hizo caso en ningún momento, y John... el fue delicado como nunca.

Golpeó la cama haciéndose a un lado, ya que John había tomado más que su cuerpo, había tomado su promesa hecha a Volkov y la había roto, ya que cuando sucedió ya habían declarado su amor, no habían empezado su relación como tal, aún no le ponían nombre, pero de todos modos ya sabían ambos que su cariño era correspondido.

Resopló frustrado, ya no tenía sentido lamentar el pasado, sería algo con lo cual tenía que cargar, pero solo podía olvidarlo y seguir adelante al dejarlo salir, al no haber secretos entre ellos y partir desde ahí. 

Sintió que debía darle su espacio a Volkov, y al fin poder hablar tranquilamente al día siguiente.

*

Al día siguiente a Horacio le tocaba el turno de noche, por lo que decidió quedarse en cama hasta medio día, recibió una llamada de un número que no tenía registrado pero que conocía, cuando lo vio en la pantalla se levantó de la cama. Dudó en contestar, pero no le vio ningún mal en hacerlo, más cuando recordó la última vez que lo vio.

"Hola."

"Hola Horacio, ¿Cómo estas?"

"Bien... ¿y tú?"

"No te puedo mentir, a ti no, estoy mal."

"Lo siento."

"Necesito verte."

Solo quiero ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora