No suficientemente fuerte

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─ ¡Cuilalo abajoooo! ─ gritó Xiaomi y se tiró a la piscina natural que tenían en su sede.

─ Chino de mierda, casi me cae tu culo en la cara ─ le gritó Gringo.

─ Ya quisielas ─ Xiaomi se reía y nadaba hacia una pared del muelle ─ Leto a que alguien se lance desle el sulmalino ese. ─ dijo señalando el submarino que tenían al lado que hacía que la distancia de la caída sea casi 5 metros.

─ Va, eso no es nada. ─ respondió Horacio nadando hacia las escaleras para salir y subirse al submarino.

Horacio por dentro tenía un poco de miedo, pero tenía que seguir su plan a la perfección y seguir impresionando al Gringo, quien lo observaba desde la pared que estaba frente a él con detenimiento.

─ ¡No te rompas el cuello! ─ le gritó, Horacio lo miró directamente y le guiñó un ojo al ver que nadie más le miraba.

Se tiró al agua e hizo un clavado perfecto, sumergiéndose en el agua y nadando hasta llegar donde estaba el Gringo saliendo a flote  justo frente a él. Xiaomi y Macaco le aplaudieron, ya que eran los únicos aparte de él y el Gringo que estaban en ese momento en la sede. Horacio se acomodó al costado del Gringo y se pasó las manos por la cabeza quitándose el exceso de agua.

─ ¿Te gustó? ─ le preguntó en voz baja al Gringo.

─ Nada mal... para ser un viejo. ─ le dijo en tono de burla.

─ Viejo el mar y todavía se mueve...─ le dijo en tono coqueto ─ y como se mueve...

─ Más sabe el diablo por viejo...─ le respondió burlándose.

Después de un mes de concentrarse en acercarse a Gringo para su misión, Horacio y él habían ganado mucha confianza, se bromeaban mucho. Para la sorpresa de Horacio Gringo le caía muy bien, dejando de lado que era un mafioso peligroso, pero tenían el mismo sentido del humor y congeniaban a la perfección, lo que hizo su trabajo mucho más fácil, en el sentido que sus avances de ganarse su confianza fue más rápido de lo que pensó.

En los últimos días había cambiado su estrategia, del plan de amigos al plan más que amigos, ya que eso era lo que tenía que lograr, y de vez en cuando le lanzaba una que otra indirecta que al principio al Gringo le sorprendió pero luego tomó con naturalidad y no pareció molestarle.

─ ¡Reto! ─ gritó Macaco desde donde estaba ─ los dos últimos que lleguen al final del muelle nadando, deben hacerse un Fleeca mañana solos.

─ ¡Hecho! ─ gritó Gringo y nadó hasta la pared de inicio, y Horacio le siguió.

Xiaomi dio la cuenta regresiva y empezaron a nadar los cuatro, y por la mitad del camino Macaco jalo la ropa de baño de Horacio y Xiamoi hizo lo mismo con la de Gringo, dejándolos casi desnudos y rezagados por intentar acomodarse las prendas.

─ ¡Chino de mierda! ¡Vas a ver cuando te alcance! ─ Gringo le increpó.

─ ¡Nalie puso leglas! ─ se rio y llegó a la meta seguido de Macaco.

─ ¡Mierda! ─ Horacio se quejó y se sumergió cuando llegó a la meta.

─ ¡Joderrr! ─ Gringo hundió a Xiaomi en el agua con rabia pero en modo de juego ─ ni modo Horacio, mañana nos hacemos un Fleca, le dijo cuando este salió del agua.

*

La madrugada después del atraco Horacio estaba sentado en la oscuridad del techo de comisaría hecho un lío, sin entender cómo había llegado a esa situación, cómo dejó que las cosas se salieran así de sus manos, y cómo pudo involucrar aunque sea un poco sus emociones en una misión tan complicada como esa... empezó a llorar desbordado por la situación.

Solo quiero ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora