Lo que he hecho

1.9K 209 64
                                    

Volkov ya no sentía nada, ni dolor, ni miedo; entre sus estados de conciencia e inconsciencia sabía muy bien que probablemente ese sería su último día de vida. Nunca sabría como realmente fue que terminó ahí, todo pasó muy rápido, él siempre era un hombre muy precavido, todo había sido muy extraño, pero de nada servía ahora cuestionarse eso o ponerse a investigar el tema, aunque eso sirviera para evadir el dolor.

─ Habla maldito picoleto .

─ Ni... et.

─ ¿Dónde podemos encontrar a Conway? ¿Dónde vive?

─ Nunca... diré nada.

─ ¿Quieres morir?

─ No me importa.

Metieron su cabeza en un balde con agua salada por enésima vez, una de estas tal vez y ya no saldría con vida, ¿sería un alivio? Sentía que sus pulmones le quemaban, ardían, quería parar de sentir eso.

─ ¿Vas a hablar? ─ lo sacaron del agua.

─ Ni de coña. ─ lo volvieron a meter.

Llevaban horas torturándolo, ya había perdido la cuenta cuanto había sido, tenía hambre y sed, todo el cuerpo le dolía, era probable que tuviera algunas costillas rotas y la nariz, aparte de quien sabe que más.

─ ¿Tanto quieres morir?

─ Ya dije... no me importa...

─ ¿Darías tu vida por tu jefe?

No respondió nada, si lo haría sin pensarlo, Conway era uno de los pocos hombres que había estado siempre para él, a pesar de su carácter poco afable como el suyo, por eso se llevaban tan bien. ¿Pero quería morir?

Era gracioso como hace unos años lo habría querido, ¿pero ahora? No, la respuesta era no. Había descubierto que quería vivir con todas sus fuerzas, para ir a trabajar, para poder agradecer a sus compañeros por su trabajo y apoyo, aunque los alumnos y algunos oficiales sean unos inútiles. No había valorado las pequeñas cosas ni a las personas que tenía al lado, y ya antes se había dado cuenta de las oportunidades que había perdido, en especial con... y eso no iba a volver a pasar, si alguna oportunidad así se le podía volver a presentar la aprovecharía.

Dio un grito con las pocas fuerzas que le quedaban. Le estaban quemando las plantas de los pies. Él quería vivir, pero parece que esos hombres no querían eso, al parecer estaban haciendo hasta lo imposible por matarlo, poco a poco y lentamente. Haría falta más que su fuerza de voluntad para salir vivo de ahí, de eso estaba seguro.

─ Tengo una sorpresa para ti. ─ dijo Gringo enseñándole lo que parecía una barra de fierro.

El hombre acercó la barra al otro y le pidió que calentara la punta con un soplete, el mismo con el que estaba quemando la planta de sus pies. Luego de un rato el hombre se acercó con la punta al rojo vivo. Volkov pudo ver que no era una punta era una letra, como un sello.

─ ¿Dónde la quieres? es mi firma ─ no dijo nada ─ para que siempre tengas mi marca y siempre pienses en mí ─ solo miraba la letra que ardía, esta era una G ─ para que nunca me olvides ─ Volkov volteo la cara respirando entrecortado ─ ah ¿lo quieres en el cuello? ─ le dijo acercándolo a su cuello y pudo sentir el calor ─ ¿o en el puto horrible rostro que tienes?

El hombre alejó el fierro haciendo que lo calienten nuevamente y le rompió los pocos botones de la camisa que le quedaban colocados, dejando su torso lleno de golpes al descubierto.

Solo quiero ser HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora