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Se había puesto una camisa amplia con unos pantalones vaqueros, y en los pies unas bambas. Ambos nos dirigimos a la puerta principal y salimos, dispuestos a encontrar comida.

Íbamos a coger el autobús, e igual haríamos lo mismo para volver. Contando la cantidad de personas que habían en la casa sería complicado llevarlo todo. Bakugo estuvo callado todo el rato, y yo no tenía el suficiente coraje para iniciar una conversación. Al no estar hablando, sacó unos auriculares y se puso a escuchar música. Yo no tenía ni teléfono ni auriculares, así que solo caminaba mirando donde pisaba. No esperamos mucho en la parada, incluso tuvimos que acelerar un poco el ritmo al final. El bus estaba mas lleno comparado con el de esta mañana, aunque lo suficientemente vacío como para encontrar dos asientos en un banco que había en ambos lados de este. Mucha gente terminaba de trabajar a esa hora, y también se podían ver estudiantes de nuestra edad y mas pequeños. No sabía donde quedaba el supermercado, pero juzgando por el paisaje, parece que cada vez nos adentrábamos mas al centro de la ciudad. Cono a codo con Bakugo seguía escuchando su música, sin decir nada. 

Llevábamos mas de 5 minutos de trayecto, y no sabía cuantos mas faltaban. El bus volvió a pararse y entró mucha gente, incluida una señora mayor. Había leído que en situaciones como esta tenías que cederles el sitio, así que me levanté. Al ver como dejé el espacio vacío para ella, se acercó y se sentó agradecida. Ahora estaba de pié, mas o menos delante de Bakugo, sujetada en una barra entre toda esa gente. Esto empezó a ser mucho mas incomodo que antes. Para evitar el contacto visual, sacó el teléfono y yo, para no ser cotilla, me limité a mirar por la ventana que tenía delante, a las espaldas del chico. Los coches se movían de un lado a otro, y las calles estaban llenas de gente, caminando apresurados. Estuve así por cinco o seis minutos mas. La señora estaba durmiendo, mas gente seguía entrando y parecía que nadie salía. Debido al constante tambaleo del vehículo, podía sentir como un chico de nuestra edad, alto, de pelo negro y rizado, con una mochila deportiva, me golpeaba con un utensilio duro de dentro de la bolsa. Creo que eran unos zapatos, y me estaba clavando la punta de estos en mis costillas. Tampoco podía decir nada, no había suficiente espacio como para poner la bolsa en otro sitio ni como para cambiar de posición, así que solo soportaba los golpes. Tampoco eran muy fuertes, el problema era que eran constantes y en la misma zona. 

El bus volvió a frenar. Mas gente? Y efectivamente, mucha mas gente llegó. Tuve que apretujarme mas contra ellos, pero mientras lo hacía, el mismo chico de la bolsa hizo que perdiera el equilibrio moviéndose hacia atrás, chocando contra mí fuertemente. Mis reflejos me indicaron que me sujetara a algún sitio, y al estar de cara a la ventana, puse mis manos en el cristal, reteniendo a Bakugo debajo. Al sentir mi presencia levantó la mirada, esto era muy vergonzoso. Me miró de arriba a abajo y sonrió de lado, riendose de mi situación, mientras yo miraba hacia arriba buscando otra posible manera de aguantarme, pero no había nada. El mismo chico volvió a tirar hacía atrás y, al hacer esto, la mochila quedó entre mis piernas, por debajo de mi falda, levantándola así un poco. Tuve que ponerme de puntillas para que no se viera nada, y cada vez tenía que elevarme mas y mas alto ,hasta que mi mano resbaló. Esta vez la primera cosa que ví para apoyarme fue a Bakugo, así que eso mismo hice. Una de mis manos fué a parar a su hombro derecho, haciendo que se estampara contra el respaldo de la silla, volviendo a quitar su vista del teléfono. Mi cara estaba roja, pero si no lo hacía, caería encima de Bakugo. Él solo me miraba, tampoco podía descifrar como se sentía, peor supongo que enfadado o molesto.

Xx: Lo siento -el chico se disculpó susurrando aún de espaldas a mí, dando a entender que tampoco podía moverse.

_______: Puedes mover un po-poco la bolsa? -aparté la mirada de Bakugo y miré hacía atrás, hacia donde provenía la voz del chico-

Tiró la correa de la bolsa que se apoyaba en su hombro. No pudo moverla ni un centímetro, y encima solo consiguió levantar mas mi falda y que me pusiera mas y mas de puntillas, haciendo que la otra mano que aún seguía apoyada en el cristal resbalara. La única salida que ví posible era Bakugo, así que apoye mi mano en su otro hombro. Incluso de esa manera, seguía con su misma mirada, entre sorprendido y molesto.

BNHA x lectoraWhere stories live. Discover now