Bajo sospecha

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Doble actualización (1/2)


CAPÍTULO NUEVE:

—¡Cuidado!

Sobresalto y mi celular cae al suelo. Escucho a Isis carcajear y me pongo de cuclillas para recogerlo cuidando que no se me vea más de lo permitido, cojo el celular y me levanto. 

Examino el aparato para descartar cualquier daño.

—Ay, perdón.

Me quita el celular de las manos y fisgonea, sus ojos leen las páginas de búsqueda que antes había leído yo, sus cejas se fruncen paulatinamente en un gesto de extrañeza, pero sin perder ese ápice picaresco.

—¿PeersBurg? —me da un vistazo y vuelve a la pantalla— ¿Qué dicen de nosotros?

Lee un poco, pero al no ver nada importante, me entrega el celular con rostro aburrido, lo cojo y guardo en mi bolsillo.

—Casualmente, no dice nada.

—Eso es porque somos un pueblo alejado —intenta justificar.

Lo único que resalta es su actividad económica, pero no hay información sobre el pueblo. La desazón convierte mi rostro e Isis lo nota y ahoga una risa en la nariz, burlándose de mí.

—¿Qué sucede? —pregunta picándome con los ojos, no respondo— ¿Por qué el repentino interés?

Repentino no es algo que yo diría para calificarlo.

—Seguramente es por tu paranoia con el pueblo.

—¿Paranoia? —me hago la ofendida—. Solo hago preguntas razonables sobre momentos que no lo son. ¿Acaso hay algo más?

—Hay mucho —dice y la observo de golpe, ella levanta ambas cejas—. Por ejemplo: las fiestas.

Entorno los ojos y bufo.

—Vamos, no te puedes perder lo único emocionante que pasará en tu vida.

Suelto una corta risa y la miro con una sonrisa sutil ladeando la cabeza como dejándola reposar en mi hombro. Ella también ladea el rostro y me sonríe, por un momento olvido lo malo que me ha pasado. Niego con la cabeza sin creer lo que voy a decir.

—No puedo asegurarte mi presencia allí... —admito frotando mis manos en mi polera—, pero tampoco aseguro mi ausencia.

¿Hay otra manera de obtener información que no sea estando encerrada en la mansión Bouvier? Posiblemente, aunque no sea la mejor idea ir a esa fiesta, puedo aprovechar el momento de éxtasis para preguntar, es lo único que se me viene a la mente.

Una sonrisa victoriosa baila en los labios de la pelirroja y se cruza de brazos levantando el mentón regocijándose en eso.

—Me parece correcto. Ahora, dame tu número para enviarte la dirección exacta y no te pierdas.

—No uso mucho mi celular —sonrío apenas cuando ella me mira como si fuera un bicho, un extraterrestre, o un monstruo. Aunque no disto mucho de este último.

Nunca he sido apegada a los aparatos electrónicos, antes, no tenía amigos con los cuales mantener comunicación en la lejanía, puesto que siempre los veía en el instituto. Igual que ahora. Sigo sin poder verle la necesidad de escribirles por redes cuando los veo todos los días aquí.

—¿Entonces para qué lo tienes? Bueno, no importa, ahora podrás darle un buen u—

Un golpe la hace tropezar e ir contra mí, mi trasero toca la carpeta reteniéndonos. Con mis manos, la sostengo de los brazos y aparto con cuidado, ella se disculpa y luego gira molesta.

Líbranos del mal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora