Familiar

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CAPÍTULO OCHO:

—Buenos días.

Saluda la profesora de Lengua, la última clase del día, solo algunos alumnos le devolvemos el saludo, antes de comenzar la clase nos pide nuestras tareas y, luego de entregárselas, se sienta en su escritorio y comienza revisarlas mientras nos da como actividad de clase, leer ciertas páginas de nuestro libro. Abro el susodicho y trazo las ideas que, a mi parecer, son las más importantes.

Una bolita arrugada de papel cae en mi carpeta entorpeciendo mi vista en las letras.

Siento ganas de girar y ver quién ha sido, pero me abstengo de hacerlo. No quiero parecer una zuricata torciendo mi cabeza por todo mi eje solo para averiguarlo. Despliego el papel y una letra corrida y un poco torcida me permite leer:

"El viernes es mi cumpleaños, haré una fiesta."

Si no sé quién ha escrito esto, mucho menos sé de quién es el cumpleaños. Esta vez, decido girar todo mi cuerpo para observar, solo se me ocurre mirar a mis amigos. Evito a toda costa cruzarme con Sechtman.

—¿Qué tan interesante están sus compañeros, señorita?

La voz de la profesora me toma por sorpresa y giro asustada, ella se acerca con una sonrisa y no sé que va a hacer, hasta que veo su mano tomando el papel y obtengo la respuesta. Pienso con anticipación lo que voy a replicar, pero la profesora solo me devuelve el papel y vuelve al frente suspirando.

—Solo preste atención.

Dice, aunque es una reprimenda su voz suena débil, como si lo hubiera dicho para sí misma, frunzo el ceño y bajo la mirada un tanto descolocada a mis manos, que toman el papel. No sé qué esperaba, este lugar es de élite, no hay respeto por nadie más que por los alumnos. Los maestros están subordinados a ellos.

La profesora termina de revisar las tareas y nos llama para darle un pequeño resumen de lo que hemos leído. Agradezco que no he estado en ese grupo porque no había entendido ni una sola palabra de lo que leí. Termina la última clase del día y ella sale del aula con rapidez.

Cierro mi libro y giro un poco para guardarlo en mi mochila, miro a Isis acercarse a mí con una sonrisa lobuna a la vez que siento un brazo rodear la parte trasera de mi cuello y miro la mano colgando cerca a mi pecho, giro un poco y visualizo a Odette mirándome con una ceja enarcada y una sonrisa de suficiencia.

—El viernes habrá una fiesta — dice la pelirroja y asiento mostrando el papel, dándole a entender que, obviamente, ya estoy enterada de ello.

—¿Quién lanzó el papel? — cuestiono.

—Howard.

Frunzo el ceño.

—¿Howard?

—¿Sí?

Pego un brinco de muerte cuando aparece de la nada al lado de Isis, quitándose los audífonos.

—¿Será tu cumpleaños?

—Solo fui recadero— se encoge de hombros—, el papel pasó de mano en mano por todo el aula.

—¿Y no pudiste esperar que terminara la clase para dármelo? — digo sin sonar grosera—, la profesora se dio cuenta.

La cara de pocos amigos que me da, me hace entender que le importa una mierda lo que se haya enterado o no la profesora. Carraspeo.

Odette presiona un poco el abrazo en mi cuello, sus labios van a mi oído—. Es en la mansión de los Holt.

—¿Quiénes? — pregunto puesto que jamás he oído hablar de esa familia.

—¿Ves a la muchacha de allí? — pregunta Isis señalando a una chica alta y de cabello negro larguísimo conversando con algunas otras chicas, cuando voy a responder, ella se adelanta: —Es la de la fiesta.

Líbranos del mal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora