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Valentin

-¡ES HOY AMIGO LEVANTATE!- Saltó Damian encima mío mientras le movía el orto a Daniel que estaba acostado a mi lado.

-¡LA VUELTITA LA EGRESADA!- Cantó en un grito fuerte Mauro, alentando a mi amigo para que siga bailando. Largué una carcajada y apoyé mi espalda en el respaldo de la cama, lo que hizo que mi vista se nublara, debido al rápido movimiento que había hecho, y la baja presión que tenía siempre.

Me levanté entre medio de risas, Daniel seguía tirado con cara de orto, aunque todos sabíamos que estaba ocultando una sonrisita que se le escapaba para hacerse el malhumorado.

Fui al baño y me mojé la cara para despabilarme un poco, me puse desodorante y proseguí a ir al estante donde tenía mi ropa, para agarrar lo que había seleccionado para viajar más cómodo.

Era algo simple, unos joggins negros con una remera del mismo color, la campera de la promo y en los pies unas Nike blancas con negro.

Salí del baño encontrándome a Mauro y Damian a horcajadas encima del castaño, quien se quejaba y les intentaba pegar, pero debido a que no lo dejaban moverse, se le dificultaba un poco el poder defenderse.

Reí fuerte haciendo que las miradas se centren en mí, mis amigos me hicieron una ceña para que me tire encima del castaño también, mientras que el restante se dignó a negar con la cabeza mientras me amenazaba con la mirada.

"Ya fue es 5to" pensé mientras corría para tirarme arriba de Daniel junto con los demás. Oí el ruido de dolor del petiso, y como se abría la puerta de mi habitación dejándome ver a mi vieja con una sonrisa de por medio. Arrugó el ceño un poco confundida, pero solo ignoró lo que estaba pasando, no era sorpresa la manera tan brusca que teníamos de querernos.

-En 20 nos vamos, estense listos y no se olviden los documentos- Habló entusiasmada mirándonos a todos, asentimos y después de unos segundos se fue hacia la cocina.

-Salgan la puta madre, me estan fracturando la columna ineptos- Se quejó enojado Daniel mientras intentaba sacarnos de encima de él.

Entre risas nos tiramos hacia la cama y nos quedamos unos segundos en silencio mirando el techo, duro poco, porque instantes después Mauro reproducía música mientras se ponía unos lentes de sol medio falopa, y nos sacaba a bailar a todos.

Hoy era la única mañana de mi vida en la que tenía buen humor, no lo iba a desperdiciar. Salté del colchón hacia el piso, y bailé al compás de la cumbia villera que estaba sonando.

Tras unos minutos de seguir pelotudeando, vimos la hora y nos dimos cuenta que había que empezar a alistar todo lo que teníamos, y por parte de ellos, vestirse de una vez.

Bajamos las escaleras tras el chequeo intensivo de Daniel, contando las valijas, los documentos, las mochilas, celulares, etc. Cuando se trataba del castaño, todo debía estar en su perfecto orden, sino no se quedaría tranquilo y se podría llegar a tirar de una monataña de Bariloche si se llegara a olvidar algo.

Agarramos la taza de café que nos había hecho mi vieja a cada uno de nosotros, eran las 5:30 de la mañana, necesitabamos un poco de energía, porque sino a la noche nos íbamos a ir del boliche a las 2 de la mañana.

Entre chistes y recuerdos boludos, pasó el tiempo y ya nos encontrábamos rumbo al aeropuerto. En el camino no paramos de escuchar música e idear planes para entrar alcohol al hotel.

Llegamos de una vez por todas, bajamos las valijas con los nerviosismos al cien, parecía ayer que estaba en 7mo grado con los mismos 3 boludos de amigos, imaginando que sería viajar a Bariloche.

A lo lejos vi a Malena, sentada con una valija negra, tenía la capucha puesta y unos jeans no tan pegados al cuerpo. Hablaba con un grupo de chicas que no era de nuestro curso, arrugué un poco el ceño, no me imaginaba a la morocha haciéndose amigas en un aeropuerto antes de viajar. Era raro verla socializar, pero aún más a estas horas de la mañana, donde solía estar siempre de malhumor y cara de orto. La magia de Bariloche será(?

Seguimos de largo para unirnos al curso, prefería no interrumpir su charla y saludarla cuando esté sola o con gente que conozca.

No sentamos en el piso con la alfombrita característica de los aeropuertos, o eso veía en las películas, ya que al igual que todos mis amigos, nunca viajamos en un avión. Excepto Dani, que había ido a Chile unos años atrás.

Se acercaron los coordinadores reuniendo al curso entero, sentí como Malena se sentó a mi lado, y apoyó su cabeza en mi hombro. Recosté la mía en ella descansando un poco.

Nos explicaron toda la movida de la revisión de todo lo que traíamos, el tema del alcohol y se explayaron más en las noches que nunca nos habían dado muchos detalles.

Escuchamos el alta voz indicando que debíamos abordar el avión para llegar a nuestro destino, nos paramos todos entusiasmados del piso. La gente nos veía con una sonrisa, otros con cara de orto, era algo raro ver a todo mi curso con la misma campera yéndonos de viaje de egresados.

Fuimos todos separados, los asientos estaban asignados medio "con el que te toca te toca, fijate capo".

Fuimos por la manga del avión hasta adentrarnos en él junto con mis amigos. Observamos nuestros papeles para ver donde se sentaba cada uno, estábamos todos esparcidos por cualquier lugar. Daniel le tocaba casi adelante de todo, a Damian por atrás cerca de Mauro, y yo estaba en medio de todo el quilombo.

Me apoyé en el asiento resignado a que quizás me tocara una vieja que no parara de hablarme de sus nietos, o peor, los coordinadores que solo servían para chamuyarse a mis compañeras.

Sentí como se hundía el asiento de al lado, no le di mucha importancia, y seguí mirando por la ventana el amanecer lindo que se había formado.

-¿Estás nervioso?-Escuché la voz característica de Malena cerca de mí, giré mi cabeza encontrándomela sentada junto a mí. Sonreí
instantáneamente, lo que causo su sonrisa también.

-Sí, nunca viajé en avión- Respondí mientras intentaba ponerme el cinturón de seguridad en medio de los gritos de todas ls esgresadas y egresados manijas por llegar a Bariloche.

-Tene- extendió un chicle con su mano, me puse un poco rojo pensando que tenía mal aliento, lo que hizo que me alejara un poco de la morocha avergonzado. Pegó una carcajada y prosiguió a hablar.

-Si no masticas chicle cuando despegue se te van a tapar los oídos, tu boca huele a pasta dental y enjuague bucal quedate tranquilo- Explicó causando una risa en mí por lo último dicho. Lo tomé y abrí el envoltorio para meterlo en mi boca.

El avión empezó a moverse hacia adelante, tiré mi cuerpo y cabeza para atrás como nos había indicado la azafata. Cada vez avanzaba más y más rápido, haciendo que me pusiera el triple de nervioso.

Sentí una mano encima de la mía, ladeé mi vista encontrándome con la morocha con los ojos cerrados y una media sonrisa.

Mi cuerpo se relajó al instante, olvidando por completo el hecho de que estaba por despegar el primer avión que tomaba en mi vida.

Solo las acciones de Malena hacían que todo mi ser encontrara un poco de paz dentro de tanto lío.

Abstraído; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora