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Malena

-¡UNO!- gritó Valentin haciendo que el enojo suba por mis venas. Una sonrisa medio cínica surgió en mi rostro al ver mis cartas, tenía 4 +2 y un +4 para cambiar de color y tirarle la última carta para romperle el orto al castaño boludo este.

Arrugó un poco su ceño viendo como no me había alarmado en lo absoluto tras sus acciones, mordió su labio sabiendo la que se venía.

Con bronca apoyé cada una de las cartas encima de la mini mesita del avión. Riéndome en la cara del ojiazul tras ganarle por tercera vez consecutiva en el "Uno".

-No juego más- Habló frustrado mientras se cruzaba de brazos y miraba para el lado de la ventana haciéndose el ofendido. Reí juntando las cartas y guardándolas nuevamente en la mochila.

Agarré su mentón para girarlo hacia mí, logrando que me mire después de todo. Había formado un puchero con sus labios, logrando que derrita por completo al verlo. Observé cada parte de su rostro, era tan lindo que a veces me daba miedo que no lo hayan secuestrado para venderlo al mercado negro. Yo lo compraría.

-No me mires así Male- Dijo bajando un poco su mirada y logrando separar la poca cercanía que teníamos.

-¿Así cómo?- pregunté sacándome la capucha que tenía puesta, acomodé un poco mi pelo y mientras me enderezaba el piercing de mi nariz con el reflejo de la latita de gaseosa, el castaño habló.

-Mirando todas mis imperfecciones- Contestó haciendo que frunza el ceño y deje de realizar mis acciones un poco confundida con su respuesta.

-Imperfecto tu pensamiento ridículo Oliva- Contraataqué girando mi vista hacia él, jugaba con los dedos de su mano, y al oír mi respuesta subió su vista formando una leve sonrisa.

-Si vos decís- Nuevamente salían afuera sus inseguridades, no me entraba en la cabeza que una persona como Valentin pueda sentirse feo, tenía una mandíbula tallada por los mismos dioses, un perfil hermoso, unos faroles azules que parecen que brillan en medio de la oscuridad, y además sumándole el piercing de la ceja, y esos labios de petero que tenía que lograba un orgasmo visual inmediato a culquiera que lo mirase.

-Sí, yo lo digo gil- Hablé causando su risa. Apoyó su cabeza en mi pecho y cerró los ojos.

Los gritos ya se habían calmado, y la mayoría estaba durmiendo para tener energías hoy a la noche. Sentí la respiración más pesada del castaño chocando en mi abdomen, pasé una mano por su pelo dejando un par de mimos, no sé que shampoo usaba, pero se lo robaría, siempre lo tiene sedoso y suave como un bebé.

Vi a mi costado a Lautaro, un compañero de mi curso, también estaba durmiendo con el asiento hacia atrás y los auriculares puestos.

Entendí que debía hacer lo mismo que todos, así hoy a la noche nos la dábamos en la pera como merecíamos cada noche de Bariloche.

-Male- oí que me llamaba alguien y me movía de un lado a otro. Abrí los ojos y me encontré con Daniel, tragué un poco de saliva al tener la boca tan reseca, y en cuanto me quise levantar sentí un peso sobre mí.

Tiré mi vista hacia abajo, y noté que el castaño seguía durmiendo plácidamente en mi pecho. Tenía una de sus manos enredadas en mi cintura, y por más que no quisiera, tenía que despertarlo para salir del avión antes que la empresa nos deje tirados en el aeropuerto.

Lo moví un poco recibiendo quejas por su parte, las cuales no me ocasionaron más que una ternura que invadía todo mi ser. Abrió los ojos y parpadeó un par de veces para recalcular que estaba pasando, me hizo una mini sonrisa desde abajo, y se separó de mí mientras se estiraba un poco.

Me puse el buzo de egresados y comencé a guardar mis auriculares dentro de la mochila de mano, para comenzar a bajar cuando nos dijieran los coordinadores.

-Eu- escuché que me llamaba el ojiazul y tocaba mi hombro, giré mi vista encontrándome con el paisaje todo nevado de Bariloche dentro del avión, parecía una película yankee en vísperas navideñas.

Abrimos grande la boca y nos quedamos unos minutos completamente en silencio, presenciando las montañas a los lejos, y los copos de nieve que caían sobre el ala del avión.

La voz del coordinador indicando que bajemos hizo que nos sacara de nuestra película mental. Nos paramos de los asientos y pasamos por el pasillito entre medio de toda la gente.

Una vez que estuvimos todos afuera, nos explicaron como íbamos a hacer para ir al hotel. Nos trasladamos al micro que nos llevaría después de una hora a nuestro destino.

Me senté atrás de todo, adelante mío tenía a Daniel y a Valentin, y al lado a los molestos de Damian y Mauro que rompían los huevos en todo momento para que bailara con ellos el hit de la promo.

Entre medio de canciones medio fisuras de la empresa, llegamos por fin al hotel donde nos hospedábamos.

Bajamos del micro, el lugar era gigante, parecía algo 5 estrellas donde se quedan los artistas famosos antes de dar un show. Estaba completamente fascinada con todo lo que había.

Ya no estaba tan arrepentida de hacer el viaje.

Abstraído; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora