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Malena

-¿Enserio querés venir Valen?- Cuestioné algo insegura ante la decisión del castaño.

Nuevamente se había dado una reunión familiar, y yo lo había invitado a Valentin para que salgamos a comer a algún lado, no para ir a la casa de mi tía por su cumpleaños.

Se paró de la cama, y se acercó a mí cortando con todos mis movimientos. Mi vista se centró en sus ojos, y los de él en los míos, llevó sus manos abrazando mi cintura y recargando su frente contra la mía logrando que nuestras narices choquen.

-Si Male- Sonreí un poco tímida, solo Valentin lograba ponerme de ese modo, y tenerme completamente rendida a sus pies.

Rozó nuestros labios y los apoyó sobre los míos unos cuantos segundos, se despegó y sus besos bajaron hacia mi cuello. Hizo un recorrido con su nariz por los mismo lugares dondes los había dejado y solté un suspiro ante sus acciones, debía parar porque literalmente nos íbamos en menos de 10 minutos.

-Valen- lo llamé para que detuviese sus acciones, aunque deseaba con todas mis ansias que no lo hiciera. Mordisqueó mi cuello haciendo que aprete mi mano contra su nuca y tiré un poco de su pelo.

-¿Mmh?- Cuestionó aún si salir de allí, siguió con lo suyo sin importarle mis advertencias, y después de unos segundos anuló sus acciones. Formé un puchero por ello sabiendo que yo misma se lo había pedido.

Dirigió su rostro hacia mí con un sonrisa amplia y hermosa, haciéndome dudar en si realmente era una persona, porque radiaba con los estándares de bellezas estereotipados a la perfección.

Mordió sus labios y se despegó de mí sin pronunciar una palabra.

Se sentó en la cama nuevamente y una sonrisa se escapó de mi rostro al verlo tirado haciendo como si no hubiese pasado nada. Esos shorts sueltos rojos y esa remera ajustada en los hombros que dejaba marcada los músculos de su espalda, hacía que automáticamente me pusiera de rodillas y no precisamente para rezarle a dios.

¿Valentín Oliva? Un orgasmo visual.

Oí como golpeaban la puerta, lo que nos hizo cortar nuestra mirada densa y continua. Llevé mis pasos hacia ella, y al abrirla me encontré con mi viejo apurándonos para irnos de una vez por todas.

La cerré y me cambié la remera que traía puesta por una más formal, teniendo la mirada fija en todo momento del castaño.

En un abrir y cerrar de ojos sentía sus manos en mi vientre, y como me abrazaba pegando todo su cuerpo detrás de mí.

-Que lindo corpiño- Solté una carcajada ante su halago, haciendo que contagie la suya y apoye su mentón sobre mi hombro para mirarme desde allí. Giré mi vista y enderecé mi cuerpo para quedar de frente nuevamente. Lo tomé de los cachetes, logrando que sus labios se encimen y me miré intenso a los ojos.

-Uy, y yo que me lo quería sacar- Lo empujé con una mano en su pecho despacio hacia atrás, y me puse la remera escotada que había seleccionado desde un principio.

Ajusté los cordones de mis zapatillas y pasamos por la puerta juntos acordándonos de nuestras noches en Bariloche.

Bajamos las escaleras logrando que la vista se diriga hacia nosotros, y mis viejos se levanten del sillón impacientes saliendo rápido y subiendo al auto para no llegar tarde.

Nos subimos a la parte trasera, unió su mano con la mía y me dedicó una sonrisa que me volvió aún más loca.

-¿De qué equipo sos Valen?- Preguntó mi viejo mirándolo desde el espejo retrovisor, y agradecí internamente porque se haya acordado del nombre y no haya dicho el de mi ex.

Me miró pidiendo un poco de auxilio, no era tan importante el fútbol para mi viejo, y para él tampoco, así que no iba a haber mucho drama.

-De River- Soltó medio inseguro en sus palabras, mi viejo sonrió feliz y escuché como dejó de apretar mi mano relajándose al instante, sabiendo que esta vez no la había cagado.

Toda mi familia era de River, mi abuelo había debutado en primeras, pero después se retiró porque se fracturó la pierna y quedó medio inestable.

El trayecto se pasó en una conversación exclusivamente entre los únicos hombres presentes. Media hora al pedo donde no pude acotar nada sobre los temas aburridos que charlaban tan entusiasmados.

Pisó el freno y estacionó frente a la casa de mi tía. Era intimidante la cantidad de plata que manejaban, el resultado de casarse con un dueño de una empresa multimillonaria.

Vivían en un country, y simplemente la entrada era el tamaño de mi casa entera. Un pasto sintético y millones de flores decoraban la entrada, con unas rejas largas y altas que permitían la entrada al parque.

Tocaron el timbre, y suspiré profundo sabiendo el dolor de ovarios que sería esta noche rodeada de gente que desconocía en lo absoluto, pero decían ser mi familia.

El castaño pasó uno de sus brazos por detrás de mí, apoyando levemente su mano en mi cintura atrayéndome hacia él.

Esperé un tanto impaciente a que nos abrieran, mis pies jugaban en el piso inquietos. Esta vez había aún más miembros de la familia, y no solo los que estaban en la otra cena.

Me mentalizaba para tener que escuchar la voz irritable de mi tía, y la de su hija que era un calco a ella. Además de que tenía mi edad se me hacía la piola y me quería robar los chongos, lo peor fue que con mi ex lo logró. La detestaba tanto que era inexplicable expresarlo en palabras sólidas y concisas, era odiosa, mala leche, forra y traidora. Igual que la madre, solo que con unos años menos.

Nos abrió una señora que trabajaba allí, era la única que me caía bien dentro de esa casa, Silvana. De chiquita cuando venía siempre me daba caramelos del pote que no llegaba arriba del mármol alto y sofisticado, una ídola.

Nos adentramos en la casa, teniendo como primera vista la recepción con una gran foto colgada de la familia adinerada, mi tía Laurinda, mi prima Grecia, y mi tío Eduardo.

Caminamos hacia la sala principal, donde estaban todos los presentes charlando antes de cenar. Las vistas se centraron en nosotros, y en cuanto la dirigí hacia mi prima vi que estaba completamente perdida en los ojos de Valentin.

Mordí mi lengua con enojo, que descarada y ser detestable que era, no la bancaba. 

Luego de presentarnos y saludarnos entre todos, me senté junto con el castñao en el sillón. No tardó demasiado Grecia en aparecer, e intentar quitar la atención de Valentin sobre mí.

-Soy Grecia, pero decime Gre lindo- Habló provocativa frente a él, se sentó a su lado pegando su cuerpo sobre el suyo, y el castaño la saludó normal girando su vista confundida hacia mí.

Revoleé mis ojos y agarré una de sus manos para tranquilizarlo un poco, o mejor dicho, para tranquilizarme a mí y no armar un escándalo por la pelotuda de mi prima come restos, no quería hacerlo pasar un momento de mierda otra vez. No era nada sorpresivo que quiera cojerse a Valentin también.

¿Igual quién no quiere cojerse a Valentin?

Acosté mi cabeza sobre una de mis manos, sabiendo que este solo era el comienzo de la interminable cena familiar que tendríamos.

Abstraído; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora