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Malena

Por fin viernes, mañana ya empiezan las vacaciones de invierno. Falta tan solo una hora para que termine la clase de Historia y poder irnos a nuestras casas de una vez por todas. Un respiro de 2 o 3 semnas de todo el curso nunca viene mal.

Bauti faltó, otra vez. A día de hoy sigo sin saber como le dan las faltas y no se queda libre.

Estoy sentada sola, con los auriculares al fondo del aula, mientras miro por la ventana como llueve, da la impresión como si en cualquier momento se cayera el mundo.

Parece el típico día cliché que te sentís completamente en una película, como cuando estás en el auto escuchando música y flasheas videoclip.

El profesor no vino, y nadie se fuma a mi curso así que no hay suplenete para nosotros. Hora libre= el aula un quilombo.

Despegué la vista un segundo y sentí que estaba en un apocalipsis, revoleaban sillas, papeles, y a lo lejos había unos tinchos simulando que sabían pelear.

No faltaba el grupo de las 3 huecas que lo único que hacen es mirarte mal como si pretendieran querer adquirir una superioridad imaginaria.

Más al costado el grupo de Federico y los 3 pelotudos de los amigos que a día de hoy sigo sin saber como se llaman. Lo miro un rato fijo y no puedo creer cuanta estupidez cabe en un cerebro tan chico, digo, ahora que lo miro mejor, el tamaño de su cabeza no está en completa simetría con el de su cuerpo de rugbier.

Después están los del medio, suelen ser todo un grupo y salvan materias como los mejores. Se llevan bien con todo el curso pero siempre hay alguno que otro medio buitre.

Y para el final, los del fondo. Casi siempre está el grupo de Oliva, Daniel, Damian y Mauro, pero aveces se van adelante para subir la nota. Bauti y yo no fallamos, siempre atrás cueste lo que cueste.

Agarró mi celular para cambiar la canción de mierda que se reproduce sola cuando se termina la playlist.

Abro Twitter y me entretengo leyendo hilos de acontecimientos turbios. Me sumergí tanto en la lectura que no escuché el timbre cuando sonó.

Sentí como me tocaban el hombro, giré mi cabeza y me encontré con Valentin haciéndome una media sonrisa y un gesto para que me saque el auricular.

-¿Si?- Pregunté para que siga hablando y me deje terminar la última parte de la historia.

-Ya se fueron todos- Dijo mientras pasaba una mano por su pelo, miré para adelante y me encontré con el aula vacía.

-Gracias Oliva- Desenchufé mis auriculares y empecé a guardar las pocas cosas que traía dentro de mi mochila. Mientras me ataba el pelo en una colita sentí una mirada fija en mi- ¿No te vas?- Cuestioné al ver como se me quedaba viendo desde la puerta del aula. Tiró un poco su cabeza hacia abajo y después de unos segundos la levantó otra vez.

-Te espero- Le dediqué una sonrisa y después de ponerme el buzo me acerqué a él para poder irnos.

Traspasamos la puerta del aula y bajamos una vez más las escaleras mal pintadas y llenas de papeles.

-¿Te vas caminando?- Pregunté cuando ya habíamos llegado a la salida del colegio.

-No, me tomo el bondi aca a 2 cuadras por ahí- Asentí y antes de que se fuera sentí la necesidad de ofrecerle algo.

-Mi casa queda a 5 cuadras una cosa así, si queres podes venir y mojarte menos. Es lo poco que puedo hacer después de que me vieras quebrar, me acompañes toda drogada a mi casa un sábado a las 5 de la mañana y me salves de no robarme ilegalmente un gato de la Casa Rosada- Soltó una carcajada y después de quedarnos viéndonos unos largos segundos aceptó.

Emprendimos viaje entre risas pasando sobre techos que nos encontrábamos en el camino, y en unos pocos minutos ya estábamos en la puerta de mi casa.

Metí las llaves lo mas rápido que pude en la cerradura, para evitar mojarnos más de lo que ya estábamos debido a la lluvia que no parecía querer parar.

-Bueno, bienvenido a mi humilde morada- Suspiré mirando mi casa y cerrando la puerta a mis espaldas- Si te robas algo sos pollo- advertí, después de todo tampoco lo conocía demasiado y por una parte me estaba arrepintiendo de haberlo invitado. No parecía mal pibe, pero no todo es lo que parece, ¿no? A veces mis pensamientos me juegan muy en contra.

-Tranquila, no voy a robar nada- Reímos un poco y nos adelantamos a la cocina.

-Bueno, ¿Sale pizza?- Pregunté después de re confirmar que no había nada en la heladera, como de costumbre. Asintió mirando los imanes con imágenes pegados.

Desbloqueé mi celular y llamé a la pizzería de acá a la vuelta. Después de unos minutos volví a la cocina encontrándome con Valentin mirando fijo una imagen.

-¿Pasó algo?- Cuestioné un poco asustada por la situación, una vez más, mis malos pensamientos me ganaban. Giró su cabeza y rascó su pelo un poco nervioso, para después mostrarme la foto que tanto miraba y sonreír.

-¿Sos vos de chica?- Me acerqué para ver mejor la imagen, yo con mi perro cuando tenía 5 años. Que lindo era vivir sin preocupaciones, pero lo lindo se va cuando creces y te das cuenta lo injusta y verga que es la vida.

Mi personalidad y forma de ver la vida cambió drásticamente cuando mi ex vecino envenenó a mi perro un par de años después de esa foto.

No me olvido más la cara de pánico cuando se
despertó y vió su auto hecho mierda por una nena de 12 años, sin dudas recuerdos que quedan para toda la vida.

-Sí- levanté mi vista y miré a Valentin con una sonrisa de labios cerrados acordándome también, como accidentalmente un día apareció pelado el pelotudo del hijo, tenía mi edad, y de tal palo tal astilla, uno más forro que el otro. Ambos se lo merecían, cierro caso.

-Eras rubia- Reí un poco por el comentario casi anonadado del muchacho.

-También era feliz, pero las cosas cambian con el tiempo Valen- Mantuvimos una mirada fuerte por unos largos segundos. Escuché el timbre de la puerta y me dediqué a agarrar la plata que necesitaba para darle al delivery.

Tengo una lija.

Abstraído; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora