Demon [Y.M][#1][✓]

32

Ambos chicos caminaban juntos en silencio. Uno de ellos, invisible para el otro, observaba cómo el mayor revisaba su celular mientras se dirigían hacia el parque. Se sentaron, y el chico invisible, que se había detenido a un lado, se preguntaba por qué no quería ser encontrado.

El otro chico, mordiendo su labio inferior para no llorar, notó la llegada de una mujer de su edad. La mujer se acercó con una sonrisa cálida y lo abrazó.

—Kookie. —dijo con afecto.

—Hola, Lisa. —respondió él con una sonrisa débil.

—¿A qué se debe tu llamada? —preguntó ella con curiosidad.

—Necesito tu ayuda. —dijo él, sacando algo de su saco.

—¿En qué? —preguntó Lisa, intrigada.

—¿Aún trabajas en buscar información? —inquirió.

—Sí. —respondió la mujer. —¿Por?

—Quiero buscar a alguien. —dijo él, entregándole un papel.

—¿Quién es? —preguntó Lisa, observando el papel.

—Es Kim Taehyung. —dijo él. —Hoy en día debería tener treinta o veintinueve años.

—Claro. —anotó Lisa. —¿Algo más?

—Tiene un hijo. —dijo él con un suspiro.

—¿Puedo saber el motivo? —preguntó Lisa, interesada.

—Es mi primer y único amor. —respondió él, mirando un punto fijo sin realmente verlo.

—Después de tantos años. —dijo la chica, sorprendida.

—Lo sé, y es tonto. —susurró él.

—No lo es. —le sonrió Lisa.

—¿Lo crees? —preguntó él.

—Eso significa que tu amor por él va más allá de lo que todos creen. —dijo ella.

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Jimin, en otra parte, estaba parado frente a su mochila caída. Miró al chico que estaba revisando sus cosas con el ceño fruncido. Aunque debería ser Jimin quien se mostró enojado, era el chico quien tenía la actitud de invadir su espacio. Jimin se acercó rápidamente y le quitó las fotos. A pesar de que el chico no decía nada, Jimin las colocó de nuevo en su caja y suspiró.

—¿Sabes que la curiosidad mató al gato, verdad? —se cruzó de brazos.

—No quiero que toques mis cosas. —dijo con firmeza.

—¿Ese libro? —preguntó el demonio. —¿De dónde lo obtuviste?

—No importa. —respondió Jimin.

—Solo dímelo. —exigió el chico.

—Estoy ocupado. —dijo Jimin, y se dirigió a su armario para sacar ropa limpia. —Puedes irte.

—Tú no me das órdenes. —dijo el chico, y Jimin soltó una risa.

—No fue una orden. —se giró. —Qué niño.

—No soy un niño. —se quejó el chico.

—Pues eso parece, y te quejas de todo lo que te digo. —dijo Jimin mientras se quitaba el cinturón.

Aunque el pálido estaba allí, Jimin sabía que no podía hacerle nada. Gracias al diario, sabía cómo manejarlo, se desnudaba lentamente mientras lo miraba de reojo. El demonio mordía su labio, y Jimin soltó una risa al ver su reacción. Finalmente, el chico se acercó con una expresión seria.