Demon [Y.M][#1][✓]

67

Jimin, con apenas quince años, observaba con indiferencia cómo sus compañeros de clase colocaban los regalos sobre la mesa, junto con algunos amigos de su madre, quienes lo abrazaban de manera efusiva. Sin embargo, él no podía compartir el mismo entusiasmo. Algo, o más bien alguien, le faltaba. Sintiendo un vacío indescriptible, decidió escabullirse de la sala y subir a su habitación sin que nadie lo notara. No había ni una pizca de emoción en su rostro. Sabía que cumplía dieciséis años, pero para él, no había nada de especial en eso. Su único deseo en ese momento era escapar de la situación, aunque sabía que no podía hacerlo.

De repente, la puerta de su habitación se abrió, revelando la figura de uno de los amigos de su madre.

—Tu mamá te llama. —dijo el hombre con una voz tranquila.

—Dile que ya bajó, Jackson. —respondió Jimin, mirándolo sin mucho interés.

El hombre frunció el ceño, extrañado ya que la única vez que lo vio fue cuando era bebé.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó con curiosidad.

—Es lógico, trabaje para tí. —replicó Jimin, esbozando una leve sonrisa.

Jackson, sorprendido por la respuesta, sonrió también.

—Me alegra verte, Jimin. —dijo con amabilidad.

—Igual, hyung. —respondió el joven, manteniendo el contacto visual.

—¿Vas a bajar? —preguntó Jackson después de un momento.

—Dile a nonna que me dé unos minutos. —respondió Jimin, desviando la mirada.

—¿Ya no le dices mamá? —rio Jackson suavemente.

—Sabes que es técnicamente imposible. —replicó Jimin con cierta frialdad.

—Te crió muy bien. —dijo Jackson antes de salir de la habitación, dejando a Jimin solo con sus pensamientos.

El joven suspiró, sintiendo el peso de todo aquello que lo atormentaba. Quería que todo terminara cuanto antes, deseaba encontrar a su "hyung", a quien extrañaba profundamente, pero sabía que debía esperar un año más para volver a verlo.

Finalmente, bajó las escaleras. Al entrar de nuevo en la sala, todos lo recibieron con aplausos, a los que él respondió con una sonrisa fingida mientras abrazaba a las personas presentes. No tardó en notar que alguien más había llegado. Al ver entrar a un hombre con una caja en las manos, Jimin se acercó con curiosidad.

—Feliz cumpleaños, Minnie. —dijo el hombre mientras lo abrazaba afectuosamente.

—Gracias. —respondió Jimin, mirándolo con una mezcla de sorpresa y alivio.

—¿Y tu madre? —preguntó el recién llegado, mirando a su alrededor.

—En la cocina. —respondió Jimin, señalando hacia la puerta.

—Ya vuelvo. —dijo el hombre, dirigiéndose hacia allí.

Jimin observó el regalo en sus manos y, por primera vez en todo el día, una sonrisa genuina apareció en su rostro. Sin embargo, una duda le asaltó. ¿Si no puedo verlo hasta los diecisiete, qué está haciendo aquí? Sin darle demasiadas vueltas, dejó el regalo junto a los demás y continuó con la fiesta.

Momentos después, su madre o más bien, su "nonna", como él la llamaba ahora, salió de la cocina y se acercó a él con una expresión misteriosa.

—Alguien quiere verte, sé bueno. —le dijo mientras besaba su frente con ternura.

—¿Dónde está? —preguntó Jimin, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprensión.

—En tu habitación. —respondió ella con una sonrisa suave. —Jimin, cuídate.