61

413 107 3
                                    

Jimin, un pequeño de apenas cinco años, se había terminado de arreglar para bajar a desayunar. Antes de salir de su habitación, echó una última mirada al tridente dibujado en su muñeca, un símbolo que siempre le causaba curiosidad. Bajó las escaleras con paso decidido y al llegar a la cocina, sus ojos se posaron en la mujer que lo esperaba allí, su madre.

—Ya vine, mamá. —dijo con su voz infantil.

Ella lo miró de reojo mientras colocaba los platos sobre la mesa.

—Lávate las manos. —respondió con suavidad.

Sin rechistar, Jimin obedeció. Después de lavarse las manos, se sentó en la mesa y se quedó mirando su cereal, con una expresión pensativa y serena, como si estuviera sumergido en sus propios pensamientos.

—Jimin. —lo llamó su madre, interrumpiendo su concentración.

—Sí, mamá. —contestó él, levantando la mirada.

—Nam pasará por ti hoy después del colegio. —informó, mientras lo observaba atentamente.

El rostro de Jimin se iluminó con una sonrisa.

—¿Y podré comer helado? —preguntó con entusiasmo.

—Solo si te portas bien. —respondió ella con una sonrisa cómplice.

Después de desayunar, Jimin subió a su habitación para terminar de arreglarse. A pesar de su corta edad, muchos se sorprendían al verlo comportarse con una delicadeza inusual para su edad, siempre atento a la limpieza de su cuerpo y sus ropas, como si fuera consciente de cada pequeño detalle.

—Vamos. —le dijo su madre, ya lista para salir.

—Sí. —respondió Jimin, con su característica sonrisa.

Caminaron juntos por las calles, y las miradas de las personas se detenían en el pequeño niño. Su aspecto angelical, con sus ojos color avellana, mejillas sonrosadas y su sonrisa encantadora, atraía la atención de todos.

—Es muy lindo su hijo. —comentó una anciana al pasar.

La madre de Jimin sonrió levemente, y miró con orgullo al niño.

Al llegar al colegio, Jimin se despidió de su madre con un beso en la mejilla y entró al edificio con paso firme. Ya en el interior, caminó directo hacia la parte trasera del colegio, donde lo esperaba una compañía especial. Sonrió al ver al pequeño gato negro que se acercaba al verlo.

—Hola, Yoonnie. —dijo Jimin con dulzura, mientras levantaba al gato en sus brazos—. Te traje leche.

Se sentó en el suelo y colocó al gato a su lado. De su mochila, sacó una pequeña caja con leche y la abrió, observando con satisfacción cómo el felino lamía su mano con gratitud.

—Eres muy lindo, Yoonnie. —sonrió, disfrutando de la compañía.

—No más que tú, pequeño. —De pronto, una voz inesperada rompió el silencio.

Jimin alzó la vista sorprendido; ante él, se encontraba un hombre de mirada felina, cuyos ojos parecían reflejar la misma naturaleza del gato que tenía en sus brazos.

—¿Cómo se llama? —preguntó el niño, intrigado por el desconocido.

—Soy Min Yoongi. —dijo el hombre con una reverencia suave. —a tu servicio.

—¿Yoongi? —repitió Jimin, mirándolo con curiosidad.

—Así es. —respondió Yoongi con una sonrisa.

—Soy Park Jimin, un gusto conocerte. —dijo el niño, mostrando su educación a pesar de su corta edad.

—¿Es tu gato? —señaló Yoongi hacia el pequeño felino que ronroneaba cerca de sus pies.

Demon [Y.M][#1][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora