Te enfrentas a todo ese mar en un intento de sobrevivir. Nadas hasta la superficie cortando las cadenas que te arrastraban a la oscuridad más oscura que jamás hayas visto. No sabías bien qué hacer, pero te niegas a morir. Defiendes lo que consideras importante a costa de todo.
Pudiste llegar a la superficie. El demonio que te hizo todo esto estaba ahí, presente. Huyendo al ver que no ha podido contigo.
Las heridas que el mar y el demonio te provocaron quedaron como tatuajes que intentaste ignorar. Una promesa "nadie volverá a pisarte"
