Una nueva puerta se abrió. De forma impredecible luchaste por mantenerla abierta. En el fondo te negabas a rendirte. La promesa seguía ahí y no buscabas romperla.
Esta nueva puerta te cegaba ante un futuro prometedor, pero seguías adelante. Sabías que sería difícil y, sin embargo, estabas decidido a seguirlo. La culpa te atormentaba y te enfrentaba contigo mismo y con tu entorno, pero sigues. No tenías nada qué perder y mucho por ganar.