¡Lectores!
Les dejo esta canción, les recomiendo escucharla a partir del momento en que Atenea sube al coche... ¡Notarán la diferencia con esta melodía!
Teo y yo acordamos que aparcaría a una calle de distancia de mi casa, para que Hermes no sospechase nada. Cuando fueron las nueve bajé tranquilamente las escaleras, con mi vestido negro de straples y unos zapatitos oscuros a juego.
– ¿A dónde vas? – me preguntó Hermes mientras sacaba un pastel del horno.
– Voy a reunirme con los del equipo de atletismo– le dije con una sonrisa.
– Genial– asintió despreocupadamente– ¿Sabes en dónde está mi hermana? –
– Creo que con las animadoras. Nos vemos– lo saludé con un gesto de la mano y salí de la casa.
Fuera había una briza suave y fresca, que anunciaba el fin de la primavera y el comienzo del otoño. En la esquina vi un coche verde metálico con las luces encendidas y supuse que sería el de Teo, así que apuré el paso y él me tocó la bocina en cuanto me vio.
Abrí la puerta y me acomodé en el asiento del copiloto.
– Hola– me sonrió él dándome un beso en la mejilla.
– Hola, otra vez– le sonreí– ¿Entonces? ¿A dónde vamos? –
– Aún no te lo diré– me sonrió – pero puedes revisar lo que llevo en el asiento de atrás, tal vez adivinas– lo miré con los ojos entrecerrados y finalmente me volví para mirar qué había.
En el asiento trasero se hallaba una manta enrollada y una canasta de la que sobresalía una hogaza de pan aún tibio.
– Teo... No podemos quedarnos al aire libre... Zeus va a vernos– le recordé volviendo a acomodarme en el asiento.
– Lo sé, descuida– dijo sin dejar de mirar la carretera, mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.
– Entonces deduzco que es un picnic... ¿En tu casa? –
– No– respondió sacudiendo la cabeza– ¿Te dije que estás hermosa? –
– Tú también te ves bien– le sonreí recorriéndolo con la mirada.
Vestía una camisa blanca y lisa y unos pantalones negros, algo elegantes. Su cabello rizado caía un poco sobre su rostro, igual que siempre a pesar de sus esfuerzos por intentar peinarlo. Estiré una mano y le toqué uno de los rizos. Él me tomó la mano y me besó el dorso, mirándome con el rabillo del ojo.
Condujo el resto del trayecto con una mano apoyada en mi pierna y entrelazada con mis dedos, mientras sonaba una banda llamada "Coldplay" en el estéreo. Jamás la había escuchado pero tal vez... Podían ser nuestras canciones...
– Dejaré el coche aquí– dijo estacionando de repente.
– Aquí solo hay casas– dije pegando mi rostro a la ventanilla para ver si me perdía de algo.
– Espérame– Teo bajó del coche, tomó la canasta, la manta y también una bufanda suave que no había notado.
Me abrió la puerta del coche y yo bajé, sin entender qué estaba sucediendo.
– Ahora tendrás que confiar mucho en mí– me dijo mientras empuñaba la bufanda.
– Eso me preocupa– bromeé.
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El Descenso de Atenea
FantasyCuando en un pueblo llamado Moonbay, comienza a haber incendios y muertes inexplicables incluso para los mismos dioses, Zeus decide que es momento de enviar a la diosa más sabia e inteligente a investigar que sucede. Atenea desciende al mundo humano...