Capítulo Veintiocho

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– ¿Atenea? – la voz de Artemisa atravesó el aire entre ambos y me separé de Teo rápidamente.

Me volví para mirarla, sin poder creer lo que acababa de hacer y decir.

– ¿Hiciste lo que yo creo que hiciste? – inquirió ella, mirándome con los ojos muy abiertos.

– ¿Qué crees que hice? – inquirí mordiéndome el labio.

– Nos vamos– mi mejor amiga me tomó por la muñeca vendada sin siquiera darse cuenta y me arrastró hacia la puerta del gimnasio a toda velocidad.

– No tenemos coche para regresar a casa– le recordé mientras me llevaba a rastras por el aparcamiento.

– Iremos a pie– dijo ella soltándome de pronto.

Se quitó los zapatos de tacón que llevaba puestos y comenzó a caminar más rápido.

– Puedes clavarte un centenar de cosas en los pies– le recordé con una mueca y ella se encogió de hombros.

– De todas formas, me curo rápido–

– Bien, déjame que haga lo mismo– me quité los zapatos y los sostuve con una mano, mientras ambas comenzábamos a caminar bajo el cielo oscuro.

– ¿Qué fue lo que te pasó? – inquirió sin mirarme– ¿Te gusta ese humano? ¿Quién era? –

– Artie...– suspiré mordiéndome el labio– eres mi mejor amiga... ¿Lo sabes no? –

– Claro– asintió ella como si fuese lo más obvio del mundo y realmente lo era– puedes contarme lo que sea. Lo sabes ¿No? –

– Sí lo sé– me detuve y la tomé de la muñeca para que hiciese lo mismo y me miraba– pero si te lo digo... Te estaría pidiendo que traiciones a Zeus–

– ¿Traicionar a Zeus? ¿Atenea qué está pasando? ¿Qué tienes que contarme? –

– No voy a ponerte en el lugar de tener que decidir algo así. Sé que eres mi mejor amiga, pero si descubrieran todo lo que ocurre te castigarían igual que a mí... No quiero eso–

– Pero nosotras tenemos que apoyarnos...– Artemisa parecía realmente consternada– nuestra amistad es el sentimiento más grande que tenemos... O que teníamos...–

– Lo seguimos teniendo– le dije abrazándola de repente– jamás, nada, va a superar eso–

– ¿Hay algo que puedas contarme? – me pidió ella, devolviéndome el gesto, con fuerza– ¿Estás enamorada de ese chico? ¿Quién era? ¿Qué pasa con tu voto de castidad? –

– Esas son muchas preguntas – le sonreí mientras comenzábamos a caminar nuevamente– pero algunas puedo responderlas si prometes no querer saber más de lo que te digo–

– Por supuesto– respondió sarcástica.

– Bien... Ese chico... Es Teo y no es un humano–

– ¡Ja! – Artemisa me miró con los ojos muy abiertos y yo me encogí de hombros.

– Es todo lo que puedo decirte de él–

– ¡Por Zeus! ¡No puedes dejarme así! ¡No puede ser! ¡Pero el murió! Y no es humano... Entonces revivió... ¿Y solo apareció para llevarte al baile? –

– No– me reí– apareció por otra razón y yo solo descubrí que estaba vivo de casualidad... Y sí... Creo que sí estoy enamorada... Quiero decir... No lo sé, por qué jamás me he enamorado... Pero creo que es lo que Afrodita define como "enamoramiento" – dije encerrando la última palabra en comillas imaginarias– tragué saliva– pero realmente mi plan no era besarlo... Comenzó a decir muchísimas cosas y cuando iba a responderle me dio un beso y....- instintivamente me toqué el labio inferior con la yema de los dedos.

El Descenso de AteneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora