Mientras esperábamos en la sala y sólo el ruido de los sollozos inundaba aquél espacio, mi mente estaba en otro lugar.
Desde aquella conversación con Finneas en el balcón, mi cuerpo se había mantenido congelado en esa silla, como si no tuviera vida, como si no existiera.En mi mente me encontraba en la ventana de mi habitación, con el corazón demasiado acelerado y con un sentimiento de felicidad enorme. Estaba mirando con una sonrisa a Billie, quién estaba en la acera de mi casa apoyada en su coche y con un ramo de rosas en sus manos.
Ella me miraba sonrojada y con la sonrisa más bonita del mundo. Nadie nunca jamás podría compararse con su belleza, tan natural y tan radiante que podía quitarte el aliento en tan solo un segundo.
Recuerdo bajar con desesperación mis escaleras y salir a la calle, recuerdo perfectamente lo que sentí cuando corrí hacia ella y de un salto la abracé.
Sentí su felicidad, sentí su amor, su risa, su perfume.
Recuerdo mirar su perfil durante minutos y minutos mientras ella conducía y en la radio sonaba "crazy in love".
Recuerdo estar abrazada sobre su cuerpo desnudo bajo la ténue luz de la Luna y las estrellas, y el suave sonido de las olas.-Ha despertado. -dijo una voz que me hizo saltar en mi asiento y ponerme de pié.
Todos hicieron lo mismo.
-De uno en uno, por favor. Teneis diéz minutos cada uno. -dijo aquel hombre, retirándose después.
Todos nos miramos entre sí, compartiendo la felicidad y la tristeza en nuestras miradas.
-Ashley, ve tú. -dijo Maggie.
-No, eres su madre. Ve tú, por favor. -contesté.
Finneas y Patrick se miraron.
-Ashley, antes de que... de que le viniera ese ataque en casa, estaba gritando tu nombre. -dijo Patrick.
El aire quedó retenido sonoramente en mis pulmones y volvió el llanto.
-Nada le hará más feliz en estos momentos que poder verte, ve, por favor. -insistió Maggie.
Asentí lentamente y miré la puerta de la habitación.
Cada diminuto paso que daba, más sentía temblar el suelo. Cuando estuve por abrir la puerta, una enfermera salió de allí.-No puede hablar, pero puede verte y puede moverse. -me dijo.
Tragué en seco y asentí.
Cuando me adentré en la habitación y la vi sobre esa camilla, con la respiración tranquila y mirando al techo, en mis labios se formó una temblorosa sonrisa inundada de lágrimas.
Me acerqué a ella, y cuando estuve a su lado y cogí su mano, sus bellos ojos se movieron hacia mi.-Mi amor... -susurré entre el llanto.
Esa mirada tranquila y calmada, se convirtió en una triste, y mientras su entrecejo se arrugaba, sus ojos se inundaron de lágrimas y su labio inferior comenzó a temblar. Emitió un sollozo demasiado desgarrador y levantó sus brazos, consiguió llegar a mi y me atrajo hacia ella.
Cuando la abracé sentí una tristeza jamás experimentada.
Nos abrazamos con fuerza, llorábamos con rabia e impotencia. Nuestras manos acariciaban todas las zonas posibles y cuando escondió su cabeza en mi cuello y inhaló mi aroma, sentí de nuevo los pedazos de mi corazón clavándose con más profundidad en mi pecho.Sus manos se fueron a mis mejillas y me obligó a mirarla.
Volví a sentir de nuevo ese fuego azúl y abrasador atravesando cada poro de mi piel, mi corazón dió un vuelco cuando sonrió entre lágrimas y sus pulgares limpiaron las mias.
Como siempre, tenía ese poder de hacerme sonreir cada vez que me mostraba su sonrisa.-Por qué me mentiste... ¿por qué? -dije con la voz rota. Ella negó con la cabeza sin apartar sus ojos de los mios. -¿Pensabas que iba a odiarte? -asintió. -Pues eso no podrías conseguirlo jamás, nunca, ¿me oyes? -acuné también sus mejillas entre mis manos. -Y si montaste toda esa mierda para no hacerme sufrir, fuiste una idiota. Porque quiero estar contigo en lo bueno y en lo malo, quiero estar a tu lado y tú pretendías separarme de ti.
Sus labios se movieron pero no emitió ningún sonido.
-Caminaría de tu mano hasta al puto infierno, Billie. No pretendas separarme de ti porque lo único que quiero es estar contigo. -le dije eso con la voz demasiado desgarrada.
Una de sus manos dejó mi mejilla y se señaló a ella misma, luego la posó en su pecho y después, me señaló a mi.
Con un sollozo volví a abrazarla fuerte entre mis brazos.-Yo también te amo, estoy enamorada de ti desde el mismo día en que te vi, joder. Y lo voy a seguir estando pase lo que pase, nadie nunca podría ocupar mi corazón porque está inundado de tí. -le dije, y su agarre en mi espalda fué más fuerte.
-Te... -dijo con la voz más ronca que jamás había escuchado, tosió y me separé un poco de ella. -...amo.
Y después de decirme eso sin ni siquiera poder hacerlo, en sus labios se formó una sonrisa acompañada por sus hoyuelos.
Sin poderlo evitar y como si fuéramos dos imanes que se buscan entre sí, uní mis labios con los suyos en un tierno toque que duró segundos.Mi corazón latió con fuerza cuando volví a sentir esa suavidad única que tenían sus labios, y me dije a mi misma que no iba a ser la última vez que la bese.
Me dije a mi misma que ella envejecería conmigo y que podría besarla durante el resto de mi vida.Aunque me dijera eso a mi misma, en mi interior sabía perfectamente que el destino nos dió un 2% de probabilidades para envejecer juntas.
Y eso dolía como nunca jamás me ha dolido nada.