Todo el mundo estaba pendiente de las siguientes diéz horas, y cuando digo todo el mundo... era todo el mundo.
No podíamos ni salir ni entrar del hospital debido a la aglomeración de gente que había tanto en la puerta delantera como en la trasera.
No sentía mi corazón latir, no sentía la sangre corriendo por mis venas, no sentía nada más que la tristeza y el dolor más puro que jamás había sentido en mi vida.
La luz que me iluminaba el camino, el amor de mi vida, la persona que estaba destinada a llegar a mi vida y robarme el alma, el corazón y cada aliento que saliera por mi boca, estaba a punto de perderla para siempre.
No podía moverme, miraba fijamente una pequeña mancha en las blancas baldosas del suelo de esa sala de espera, sintiendo como poco a poco mi pecho se oprimía cada vez más y se aplastaba dejándome sin aire. El temblor en mi cuerpo seguía desde que salí de esa habitación, sollozaba bajito y no podía dejar de llorar.
Mientras acariciaba la llema de mis dedos, porque ese fué mi último contacto con Billie, mi cabeza no podía dejar de recordar como si fuera una película todo lo vivido junto a aquella maravillosa mujer.
Dolía tanto recordar la primera vez que la vi... tan radiante, con sus ojos azules que parecían arder en un profundo fuego azul.
Dolía aún más recordar la primera vez que me dijo que me amaba, aquella noche bajo aquella lluvia torrencial.
-Enséñame a querer de nuevo. -dijo, y aunque el agua mojara su cara, sabía que estaba llorando. -Te juro que ya no la amo, siento odio hacia ella y durante todo este tiempo que he estado contigo me he dado cuenta de que te quiero.
-No me mientas... -sollocé. No podía creerme sus palabras.
-No te miento. -dijo y con una de sus manos, llevó la mia hacia su pecho.
Posé mi mano allí, y sentí su corazón latiendo al mismo ritmo que el mio. Levanté la mirada hacia sus ojos mientras mi labio inferior temblaba.
-Te amo. -susurró mientras sentía nuestros acelerados latidos acompasados.
Podía recordar cada detalle, cada palabra, cada beso que nos dimos, cada abrazo... Dolía saber que ella no estaría a mi lado cuando me despertara en mitad de la noche porque había soñado con Harper, dolía saber que no tendría sus brazos apretándome fuerte contra su cuerpo y haciendo que mi llanto cesara.
Dolía saber que no volvería a sentir su olor, ese aroma a champú y vainilla que me mareaba y me aceleraba el corazón.
¿Cómo puedo continuar si ya no la tengo a ella?
¿Cómo voy a poder recordar su risa sin que me destroce por completo?
¿Cómo voy a superarlo?
Un amor como el que he vivido junto Billie es imposible de superar.
-A-Ashley. -dijo una voz sacándome de mis profundos y dolorosos pensamientos.
No podía moverme.
Sentí que se sentaba a mi lado y posó su mano sobre mi hombro.
-No puedo... ni imaginarme lo que debe de dolerte todo esto. -era la voz de Halsey. Casi no la entendía debido a su llanto. -Billie me dió algo para ti.
Cuando escuché su nombre reaccioné y dirigí mi mirada hacia ella.
Su aspecto era igual al mio, al de todos.
Mi labio inferior comenzó a temblar más aún y el llanto que corría por mis ojos abundó aún más.
-Cuando me he... cuando he ido a la habitación, me ha pedido que te lo de a ti. -me dijo.
Cogió su mochila y la abrió, sacando algo cuadrado de su interior.
-No me gustaría dártelo ahora pero... ella me lo ha pedido, y no puedo negarme...
Estaba envuelto con un papel de regalo rasgado, debido a que ya lo habían abierto antes. Halsey le regaló algo a Billie y ella quiso que me lo diera a mi.
Con mis manos temblorosas metí la mano en esa especie de sobre y por el tacto, supe que era un cuadro.
Miré con miedo a Halsey, esta intentó secar sus lágrimas y asintió con la cabeza.
