Nos quedamos mirando a los ojos durante varios segundos mientras intentaba reaccionar ante su repentina presencia y las gotas de mi pelo aún mojado, empapaban los hombros de mi camiseta.
-¿Qué haces tú aquí? -dije por fin.
-Ashley, yo...
-Lárgate. -la interrumpí. -Ensucias el aura de esta casa.
Retomé el camino hacia mi cocina, dejando a Clairo pasmada en el sofá con los ojos muy rojos y llorosos.
-Ash, creo que... deberías escucharla. -dijo Lauren apareciendo a la cocina.
Me giré furiosa.
-Esa chica ha intentado torturarme desde que llegó a la universidad, me odia y yo la odio a ella. ¿Por qué debería escucharla? -dije volviendo a la labor de preparar mi café.
-Porque es una persona con sentimientos, por más hija de puta que haya sido. Conoce a Billie desde hace años y aunque ella le hizo daño en el pasado, casi la pierde también. -dijo mi amiga. -Escúchala, por favor.
Bufé y peiné mi pelo.
-Dile que le haré un café. -contesté.
Lauren sonrió agradecida y se retiró hacia el salón.
Cuando tuve los tres cafés preparados, volví al salón y me senté en el sofá junto a Lauren, delante de Clairo.
No parecía para nada aquella chica de aspecto rebelde y con ganas de pelea. No parecía para nada aquella chica que me sacaba de mis casillas y que llegué a golpear un día.
Se la veía rota, triste y frustrada.
-Gracias por querer escucharme. -dijo secando sus lágrimas. -Antes que nada... quisiera pedirte disculpas, Ashley.
-¿Por qué debería aceptarlas? -contesté cruzándome de brazos. -Me has estado jodiendo durante meses.
-Lo se, y me he dado cuenta de muchas cosas últimamente. -dijo mirándome a los ojos.
-Habla. -le dije bebiendo de mi café.
-Todo lo que Billie te contó sobre mi... es cierto. -confesó, provocando que aún me sintiera más enfadada. -Pero ella cree que nunca la quise, pero sí lo hice. Éramos mejores amigas, desde niñas, y sufrí junto a ella todo lo que ella sufría. Me partía el alma verla así, tan rota... Y el día que intentó quitarse la vida, juro que fué el peor día de mi vida. Entre todos... pudimos salvarla, y ella se enamoró de mi...
-¿A qué viene todo esto, Clairo? -dije indiferente.
-No podía romperle el corazón, no podía quitarle la sonrisa que tenía en su rostro cada vez que tomaba su mano. Así que mentí, actué durante mucho tiempo sólo por verla feliz y ahora que soy mayor, veo que fué el peor error de mi vida. Obviamente se alejó de mi cuando le dije la verdad, y no la culpo por ello. No tener a mi mejor amiga en mi vida fué lo que me jodió, crecí junto a ella Ashley... y cuando abrí los ojos y supe lo que le hice, me trastorné. -explicó.
Lauren parecía conmovida. Yo no.
-¿Y cómo explicas lo sucedido en su coche? -dije con rabia. Recordar aquello me hacía querer vomitar.
-Estaba muy borracha y... y yo... la vi... tan hermosa como siempre, y quise besarla. Besarla de verdad. -dijo.
-¿Sabiendo que comenzábamos a tener algo? -reí con enojo. -Esta conversación lo único que está haciendo es enfadarme.
Clairo comenzó a llorar de nuevo.
-Yo no sabía nada, Ash, lo juro. Por eso te odié después, por eso te molestaba... estaba celosa porque cuando por fin sentía algo real por Billie, ella ya no lo sentía por mi. Sino por ti. Estas son mis disculpas, mi ofrenda de paz. -me dijo. -Por favor... acéptalas.
Su pequeño cuerpo temblaba a causa del llanto.
Yo la miraba en silencio sin ninguna expresión.-No te imaginas lo duro que ha sido saber todo lo que le estaba pasando y no poder estar a su lado, no te imaginas las noches que he pasado pensando en si ella seguía viva o no. Crecí junto a ella, Ashley, no podía pensar en que ella podría irse para siempre, necesito verla, por favor necesito verla... -las últimas palabras fueron casi inentendibles debido al llanto y al sollozo de después.
Realmente, Clairo estaba rota.
Tapó su rostro con sus manos y comenzó a llorar, viéndose demasiado débil para ser la chica que me molestó durante meses en la universidad.-Jones... Dios mio dile algo. -susurró Lauren a mi lado. -Ponte en su piel, almenos.
-Vamos a ir al hospital en unas horas. -dije y levantó su cabeza con rapidez. -Puedes... puedes venir si quieres.
Se levantó del sofá y corrió hacia mi, abrazándome y mojando aún más mi camiseta con sus lágrimas.
-Gracias, Dios... gracias, gracias. -repetía con sollozos.
Le di unos toquecitos en la espalda con la palma de mi mano.
-Pero no esperes que te perdone. -dije y se separó, mirándome. -Almenos no aún.
Sonrió y limpió sus lágrimas con las manos.
-Te demostraré quien soy en realidad. -dijo.
Las siguientes cinco horas nos las pasamos durmiendo en el sofá.
Lauren y yo estábamos agotadas, no pudimos dormir durante varias noches seguidas y al parecer... Clairo tampoco.Entiendo lo que debió de sufrir, entiendo lo que me explicó y el por qué de todo.
Pero era inevitable no estar enojada con ella después de lo que le hizo a Billie y lo que me hizo a mi en la universidad.Tenía los nervios a flor de piel, porque necesitaba con urgencia volver a ver a Billie. No podía estar mucho rato sin ella, y menos en estos momentos. Era como el oxígeno que necesitaba para respirar.
Cuando entré al pasillo donde se ubicaba su habitación, mi madre, Maggie y Finneas estaban allí.
-¿Has podido descansar? -preguntó mi madre abrazándome.
-Sí. -sonreí. -¿Cómo está Billie?
-Ahora duerme. -dijo Maggie acariciando mi hombro con una sonrisa.
Asentí.
-No la despertaré entonces. -contesté.
Maggie y Finneas miraron fijamente a alguien detrás de mi. Clairo estaba llorando e intentaba no ser escuchada, pero fué en vano.
-¿Clairo? -dijo Finneas.
-Hola Finn... -dijo la chica acercándose a él. -Lo... lo siento... yo lo siento mucho...
A pesar de que todos sabían lo que Clairo le hizo a Billie, supongo que todos cargábamos con el mismo susto; casi perdemos a nuestro ángel.
Clairo abrazó a Finneas y al cabo de unos segundos, él correspondió al abrazo.Dejé a Clairo con Maggie y Finneas, ella no paraba de llorar y de pedir perdón.
Supongo que todos merecen una segunda oportunidad, y yo no era nadie para quitársela.La sonrisa que se formó en mi rostro cuando vi a Billie durmiendo sobre la camilla, pareció iluminar la habitación.
Me acerqué a ella y me senté en la silla junto la cama, acercándola a ella todo lo posible.-Ya he vuelto, bebé. -cogí su mano suavemente y la besé. -Te he extrañado.
Pasé minutos observando su rostro con una sonrisa en mis labios, tuve la tentación de acariciar su mejilla así que lo hice.
Inmediatamente en sus labios se formó una sonrisa y abrió sus ojos lentamente, se clavaron en los mios.-¿Estoy en el cielo y estoy viendo a un ángel? -dijo con voz adormilada.
Reí bajito mientras mi corazón se aceleraba y sus dedos se deslizaron entre los mios.
-La que está viendo a un ángel ahora mismo, soy yo. -contesté. -¿Dormiste bien?
-Sí, ¿pudiste dormir tu? -preguntó acariciando mis nudillos con su pulgar.
Asentí.
-Alguien vino a casa. -le dije.