Cortó la carne en cuatro y la puso en el horno, adherezándola con la mostaza más cara que pudo conseguir. Cuando estuvo tierna la sacó y la adornó con unas papas doradas y crocantes.
Era el plato perfecto para San Valentín, aunque casi se olvida del detalle final, dos gotitas de veneno para ratas.
Ahora sí estaba listo. Su marido iba a poder disfrutar una comida de lujo: el cuerpo de su amante.
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Pequeños Relatos Para Leer en la Oscuridad
HorrorUna recopilación de relatos muy cortos, pero no por eso menos terroríficos. Ideales para leer antes de dormir.