Lucius y Narcissa, atraviesan el divorcio más dramático que el mundo mágico haya visto.
Draco esperaba llevar aquella situación con mucha calma y madurez. No se imaginaba que las cosas se llegarían a complicar por la repentina aparición de una repor...
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Draco conforme con la charla con sus padres, y feliz por su nueva adquisición regresó a su habitación. Casi sentía que podía dar saltitos de felicidad.
Suponía que era la hora del desayuno, no veía a nadie por los pasillos. No se detuvo hasta llegar a su habitación, se puso su uniforme, tomó su varita, libros y se encaminó a los invernaderos.
Si alguien lo veía y susurraba a sus espaldas, no dijo nada. No les daría el gusto de verlo afectado.
«Paciencia» pensó. Draco siguió su camino hasta encontrarse con una multitud que se dirigían a la misma dirección. Gryffindor y Slytherin compartían clase esa mañana.
—¿Qué quería el profesor Snape?
Y como esperaba, Blaise y Theo empezaron su interrogatorio.
—Son un par de chismosos.
Enseguida, y como era su costumbre desde niños, ambos se colgaron de él, entre chillidos perceptibles solo a sus oídos, donde recalcaban lo cruel que era con ellos, una actitud muy infantil, resoplo fastidiado. Draco hizo el intento de seguir caminando, más no pudo dar otro paso por las sanguijuelas que lo tenían agarrado de ambos lados.
—Déjenme.
Se sacudió tratando de librarse de los empalagosos de sus amigos. Blaise y Theo sonrieron con intención.
—La reina del drama está a nada de lanzar una maldición —comentó alguien a sus espaldas. Reconocerían su voz donde fuera.
Theo y Blaise no se separaron, pero si detuvieron sus quejas. Los tres giraron. Pansy, les dirigía la mirada con una ceja arqueada y una sonrisa arrogante.
—¿Ah, ahora si nos hablas?
Pansy disminuyó su sonrisa, sólo un poco.
—Tendrían mucha suerte, queridos, aún no veo sus méritos para ganarse mi perdón —expresó orgullosa. Pansy siguió su camino y se unió a Daphne para entrar a los invernaderos, donde la profesora Sprout esperaba a que todos entrarán.
Siguieron con la mirada a su amiga hasta que entró al invernadero.
—¿Cuánto falta para que nos llegue el vestido de París?
—Unos días más —respondió Blaise. Theo suspiró frustrado.
—Yo no sé ustedes, pero yo extrañare mis momentos de paz. Pansy es muy intensa cuando se lo propone.
Los tres chicos asintieron en un mutuo acuerdo.
—Pero así la queremos.
Asintieron nuevamente.
—Imagínate como se pondrá cuando sepa lo que acordaste con Astoria —comentó Blaise sonriendo con burla.
