Lucius y Narcissa, atraviesan el divorcio más dramático que el mundo mágico haya visto.
Draco esperaba llevar aquella situación con mucha calma y madurez. No se imaginaba que las cosas se llegarían a complicar por la repentina aparición de una repor...
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—Me niego a participar en todo ese espectáculo.
Desde su llegada al Ministerio aquella mañana, Narcissa había expresado libremente su queja al panorama.
—No ayuda en nada el quejarnos —repitió de igual manera Lucius.
—No pienso entrar a ese lugar para estar bajo la mirada crítica e irracional de esas personas.
Reunidos frente a las puertas del juzgado, lugar donde solucionarían todo aquello en lo que no estuvieron de acuerdo. Narcissa se rehusaba a ingresar en cuanto fue informada de que su divorcio sería presenciado por las demás familias importantes del Mundo Mágico.
—Es increíble que recién me enteré de esto, segundos antes de ingresar —protestó.
—Bueno, sería tu culpa por no asistir al último juicio —dijo Lucius sin inmutarse por la mala mirada que su aún esposa le daba—. Narcissa, si no ingresamos perderemos cualquier oportunidad de solucionar esto.
—¡Lucius! —reclamó—. No puedo creer que seas capaz de aceptar este espectáculo.
—No eres la única inconforme ¡Yo hice mi respectivo berrinche cuando me enteré de esto! —exclamó en respuesta.
—Pues al parecer no fue suficiente —murmuró disconforme—. Me rehusó a formar parte de esto.
—En ese caso, querida, jamás podríamos efectuar el desenlace y seguiríamos casados.
Narcissa hizo una mueca ante sus palabras. No permitiría eso. Lucius y ella ya habían soportado firmemente demasiados años de casados, hasta tal punto de casi volverse locos. No, ambos necesitaban libertad.
—Demuestras mi punto —señaló Lucius—. Ni tú ni yo queremos eso, así que tendremos que callar nuestros reclamos y terminar con este "espectáculo".
Ante la firmeza de las palabras de Lucius, Narcissa no tuvo más opción que cederle la razón, era mejor terminar todo cuanto antes.
—¿Pasa algo malo?
La llegada inoportuna del Ministro y su pregunta causó que el enojo regresara, ya que después de todo, Cornelius era el responsable de toda esa pantomima.
—En efecto, Cornelius —contestó Narcissa, con un tono tan serio que causó escalofríos—, quisiera saber por qué mi juicio está infestado de personas que no tienen relación alguna en esto.
