Capítulo 9.

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Capítulo nueve: A salvo en mis brazos.

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La alarma de su celular no cesa de sonar escandalosamente dentro de las cuatro paredes de su habitación, revelando en la pantalla las 11:00 a.m. del día catorce de septiembre. Ante el estrepitoso método que perturba su paz, Mikasa pega un brinco sobre la desordenada cama y, apenas su consciencia regresa al mundo de los vivos, toma perezosamente el teléfono para deslizar el ícono blanco que le permite sumergirse en la tranquilidad del silencio. Posteriormente, estira sus entumecidas extremidades cual gato, mientras se refriega los ojos con ayuda de sus nudillos hasta lograr distinguir su entorno con total claridad. Los engranajes de su cerebro no demoran en actuar, otorgándole un recordatorio de que en pocas horas comienza la última oportunidad de conseguir un baile en las nacionales junto a Levi Ackerman.

Y hablando del rey de roma, este mismo le envía un par de breves mensajes que, mejor dicho, son órdenes estrictas que no permiten ninguna clase de objeción. Para resumirlo, exige ―la palabra «por favor» es inexistente en su vocabulario― que toda su vestimenta sea negra y se encuentre perfectamente limpia para coordinar con la suya y verse presentables en la audición. Aquello le resulta algo cómico si visualiza en su mente la expresión consternada que pondría ese hombre amargado si decide jugar un poco con él e ir totalmente contrario a lo solicitado. Es tan meticuloso incluso en ese aspecto que molestarlo a veces es inevitable.

Sin embargo, la corta risilla que escapa sigilosa de sus rosados labios, causada por aquella imagen mental, se desvanece gradualmente y es reemplazada al segundo por un resoplido que le vuela los cabellos de la frente cuando lee el infaltable y típico «mocosa tonta» al final de la oración.

―Ya lo sé, ogro... ―farfulla por lo bajo y, antes de colocarse de pie para brindarle a su cuerpo la satisfacción de una corta ducha, otra notificación la interrumpe, manteniéndola anclada en su colchón.

Ackerman Levi, 11:10 a.m.

Paso por ti a las 13:30. Más vale que estés lista a esa hora.

A este punto, cree que viajar en el inmaculado coche del azabache se ha transformado en un hábito que, en un inicio, creaba infinitos debates internos sobre si a Levi le resultaba tedioso tener que transportarla de un lugar a otro. Actualmente, no replica al respecto porque él en verdad sugiere anhelar ser su chófer personal debido al inusual comportamiento para nada característico de su día a día. Su convicción ni siquiera duda al afirmar que irán a algún sitio juntos. Tal vez es solo para cerciorarse de que ella llegue a la hora acordada y no arruine la audición con ningún retraso. O tal vez, solo tal vez...

Zarandea la cabeza con rapidez de izquierda a derecha, espantando aquellos pensamientos comprometedores que amenazan con salir a flote. La conclusión que estaba a punto de considerar era totalmente errónea, ¿cierto?

Y si no estoy lista, ¿qué vas a hacerme?

Una vez enviado el primer desafío del día con el objetivo de instalarle el mal humor en el sistema, arroja el móvil sobre el colchón y se encamina directo al clóset, adquiriendo dos toallas de este y decidiendo que aguardará por su respuesta ―probablemente escribirá un fino y educado «patearte el culo»― mientras se da una ducha.

No obstante, al regresar del baño después de unos prolongados quince minutos, descubre que la ha dejado en visto y no se ha molestado en enviarle otro mensaje.

. . .

Los resplandecientes pasillos de la academia Sina jamás se le antojaron tan interminables como en ese momento, ni siquiera cuatro meses atrás cuando plantó un pie dentro por primera vez. Con cada pasito que avanza, psicológicamente retrocede diez zancadas, y lo infame del asunto es que no distingue con exactitud qué origina aquella sensación capaz de tensar cada centímetro de su cuerpo e incentivarla a escapar despavorida como un veloz correcaminos. Ya ha memorizado la coreografía de principio a fin, no hay cabida a cometer errores; aparte, confía plenamente en Levi para que la sostenga a su antojo, amoldándola a su cuerpo cuando sea necesario. No es conveniente comenzar a alarmarse sin ninguna razón aparente.

Cristal. (RivaMika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora