Capítulo 2.

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Capítulo dos: Academia de Danzas Sina.

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Mikasa asume la noticia después de que Armin le explicara con suma calma y paciencia que no estaba hiperventilando, sino que, simplemente, se le ha oprimido el pecho por las intensas ganas de llorar que reprimía con afán.

No puede creer que su padre la haya apuntado en la Academia de Danzas Sina. Que ella sepa, las clases no son precisamente baratas y el empleo de Elias no le permitiría ese lujo todos los meses cuando apenas llega a pagar las boletas y las cosas necesarias en el hogar. A menos que se haya convertido en un narcotraficante de un día para el otro, no se explica de dónde sacó el dinero extra.

Sin embargo, no puede evitar sentirse inmensamente feliz por el regalo retrasado. Su cumpleaños número dieciocho había sido en febrero, cuatro meses atrás, y Elias no pudo obsequiarle algo decente, aunque a Mikasa no le molestó en absoluto ese detalle, pues sabe que él realiza lo posible para que nada le falte. Se le achica el corazón al pensar que estuvo guardando la sorpresa por tanto tiempo.

―Espero que estés lista. Tu primera clase va a ser hoy ―dice Armin, sacudiéndola de un lado a otro como si se tratara de un sonajero de huesos y órganos―. ¿Estás emocionada? ¡Porque yo sí!

―Deja de sacudirme... ―habla como puede y, de repente, él la suelta algo avergonzado de sus acciones arrebatadas, disculpándose en un susurro. Mikasa le sonríe, asegurándole que no hay problema porque esa faceta suya le causa ternura―. Aunque no sé si estoy lista. Es decir, todas esas personas tienen más experiencia que yo y...

―Mikasa Ackerman Azumabito ―la detuvo, colocándole el dedo índice sobre los labios. En ese sentido, su padre y Armin son demasiado parecidos―. Eres una increíble bailarina, te lo aseguro. ¿Y qué si ellos asistieron a una academia y tú no? Tu madre te enseñó desde que tienes uso de razón y, desde entonces, has practicado por ti misma durante muchísimos años. Así que irás a ese lugar para expresar cuánto amas la danza, no para impresionar a nadie. ¿Captas lo que digo?

―Armin... ―sin esperar un segundo más, se arrima a abrazarlo delicadamente, como si temiera romperlo entre sus brazos―. ¿Te he dicho que eres mi novio en otra vida?

―Lo repites cada semana ―asegura él y ambos ríen.

Después de aquello, la profesora de Lengua y Literatura entra al salón y la charla se da por acabada.

Mikasa se siente extasiada y ni siquiera logra concentrarse en la clase por más que se obligue a prestar atención al pizarrón y no al papel guardado dentro de su mochila. Mueve su pierna por horas, incapaz de contener las ansias que la carcomen por dentro y que no demuestra en su rostro ni por descuido.

Armin la ve de reojo y sonríe con afecto, contento por la situación que atravesaba la chica y sabiendo de antemano todas las emociones que ella intenta suprimir en su interior. Se hicieron mejores amigos en la primaria y él conoce de primera mano el inmenso amor que profesa Mikasa por la danza clásica, así que no le parece que su comportamiento sea exagerado. Sabe de memoria su historia y se siente verdaderamente feliz de que su amiga lo sea.

La campana que anuncia la hora de salida toca luego de seis horas de clases en las que no aprendió nada por estar con la mente en las nubes, bailando dentro de sus pensamientos que se resumían a las infinitas posibilidades de lo que podría ocurrir en unas horas dentro de esa academia. Mikasa es la primera en fugarse del salón y correr a la salida, seguida por un entretenido Armin que apenas puede con su paso apresurado.

―Suerte ―le desea, tomándole ambas manos y dedicándole una de sus más lindas sonrisas. A continuación, se para de puntitas y besa su frente―. Quiero saberlo todo, Mika. Estaré esperando una video llamada y una charla extensa.

Cristal. (RivaMika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora