Capítulo cinco: Efectos del alcohol.
. . .
Despierta cerca de las once de la mañana debido al tintineo incesante de su celular que no parece tener intenciones de detenerse pronto. ¿Quién osa a importunarla a tan tempranas horas? Bueno, no tan prematuras, pero lo son si consideramos que se trata de un día sábado. Mosqueada, extrae el celular de la almohada y lo voltea para descubrir quién la está llamando, mas no logra divisar las características opciones en rojo y verde que le brindan la decisión de contestar o no.
―Qué mierda... ―refunfuña, extrañada.
Son mensajes. Específicamente, dieciséis mensajes de WhatsApp de un número que no tiene agendado. Ese hecho es suficiente para desperezarla de su letargo. Se apresura a desbloquear el teléfono y abre el desconocido chat, topándose con aquel bombardeo que interrumpió vilmente sus sueños.
XXX XXXX XXX 10:54 a.m.
¡Buenos días, Mikasa!
Soy Hange, por cierto.
¿Cómo estás?
¿Me pasas tu dirección?
Oh, estoy tan emocionada por la salida de esta noche, ¡te me haces tan adorable!
Mikasa enarca una ceja al leer el quinto mensaje, consternada por la palabra usada para describirla. ¿Ella? ¿Adorable? ¡Qué ocurrencias! Con justa razón esa mujer necesita de lentes que la ayuden a ver mejor.
XXX XXXX XXX 10:55 a.m.
Vamos al club Rose, ¿lo conoces? Seguramente, muchos jóvenes asisten con frecuencia. ¡Ah, la juventud!
¿Acaso tiene cincuenta años para hablar de esa forma? Le causa gracia su actitud extrovertida, se asemeja a Sasha e Isabel de alguna forma, pero ligeramente chiflada. Por otra parte, conoce el lugar ubicado en el centro, recuerda haber ido cuando cumplió los dieciocho, aun cuando no es típico de ella asistir a sitios como esos. La idea de ir tampoco le desagrada, ahora estará acompañada de dos desconocidos y un malhumorado compañero de ballet. ¿Qué puede salir mal?
XXX XXXX XXX 10:56 a.m.
M I K A S A
Oh, debes estar durmiendo. ¡Qué inoportuna! ¡Lo siento!
¡Ah! ¿Con qué irás puesto? Es irrelevante, pero me gusta saber. Cositas de amiguis, ¿no? Mira, mira.
A continuación, pica la pantalla, abriendo la imagen que le ha mandado Hange hace pocos minutos. En ella se ve de fondo una cama inhumanamente revuelta con acolchados morados, encima un pantalón corto de mezclilla junto a una blusa de tirantes llena de lentejuelas plateadas y un par de botines no muy altos.
XXX XXXX XXX 10:57 a.m.
¿Te gusta?
Por suerte, es el último texto enviado. Mikasa se apresura a teclear lo más rápido que sus dedos permiten al notar que Hange se mantiene en línea, seguramente, esperando su respuesta.
Buen día, Hange. Sí, conozco el lugar. Todavía no sé con qué iré puesto, luego lo consulto con el armario. Linda ropa, por cierto. Te veo a las nueve.
Resumido y sencillo. No posee necesidad de mandar los mensajes por separado, la va a comprender de cualquier manera. Prosigue a enviarle la ubicación de su hogar y bloquear la pantalla, dejando el móvil cargando a un lado de la cama al percatarse de que contiene tan solo 10% de batería.
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Cristal. (RivaMika)
RomanceEl piso de cristal brilló más que nunca ese día. Teseo tomó su mano y la hizo moverse con gracia sobre su mismo reflejo; bailó entre sus brazos como si el mundo se desvaneciera a su alrededor y lo miró a los ojos como si solo él existiera. ✔Los pers...