xxiii. el error de blue umbrella

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ESPECTRO,
capitulo veintitrés: el error de blue umbrella!


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Washington D.C, Estados Unidos — 20 horas después.

          UN ESTRUENDO FUE EL GRAN ANUNCIO QUE PERCATÓ A JOY DE QUE HABÍAN LLEGADO, las luces rojas se encendieron y por el altavoz dijeron que las puertas se abrirían. La rubia parpadeó un par de veces, buscando concentrar su energía en simplemente despertarse y volver a ganar control de su cuerpo. Chris, quien estaba sentado a su lado, bostezó de manera libre; apenas moviéndose un poco para no perturbar la paz de su mujer — quien había descansado las últimas horas en su hombro: el único hábito que ninguno de los dos pudo matar. De todos modos, ninguno de ellos decidió hacer algo al respecto, sino que decidieron preservar la tradición que empezó años atrás luego de un hecho traumático. Williams se espabiló, moviéndose hacia adelante y abandonando el calor que emanaba de la figura de su marido, y estrechó sus brazos para despertar y tolerar el posible entumecimiento que estos tuviesen. Escuchó algo a lo lejos, como si fuese alguien llamándola, pero en esos momentos ella decidió ignorar toda fuente de ruido hasta que al menos sus músculos respondiesen. Sintió que Chris se puso de pie a su lado, pero no miró.

          Tal vez, ella confiaba demasiado en su entorno.

          (Muchas veces eso probaba terminar en un desastre.)

          Joy se puso de pie, siguiendo la iluminación roja que tenía la cabina del carguero militar y bajó la cabeza para mirar su reloj, el cual marcaba las cuatro de la tarde. Zella tendría que enviarles un mensaje para dejar a ambos progenitores tranquilos, como toda rutina. Sin embargo, ella no envió ningún mensaje. Williams lo comprendía: Zella seguía enfadada con ellos — algo completamente normal en una niña de trece. El equipo decidió marchar hacia la salida, en cuanto las compuertas se abrieron y el sol de la tarde empezaba a asomarse, Joy se relamió los labios mientras que Chris soltó un suspiro a su lado.

          —Ya son las cuatro y dos minutos—reclamó Redfield.

          Joy asintió—Lo sé, cielo.

          —Zella no se ha comunicado con nosotros.

          —Eso también lo sé.

          —Voy a llamarla.

          La rubia detuvo su movimiento rápidamente, su mano enguantada aferrada a la de su marido, la cual estaba a punto de salir de su bolsillo con el móvil. El resto siguió su camino, charlando entre ellos mientras que el matrimonio Redfield se quedaba detrás. Chris miró a su mujer, parte de su rostro estaba mezclado con una estoica expresión que pertenecía a un capitán y la otra mostraba preocupación que correspondía muy bien a la de un padre. Joy esperó hasta que él desistiese con tan solo mirarlo, intentando de transmitir la misma seguridad de que Zella Redfield estaba bien, a pesar del poco contacto.

MORTALITY ━━ Chris Redfield ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora