xxvii. el hijo pródigo

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ESPECTRO,
capitulo veintisiete: el hijo pródigo!


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          EL CORAZÓN DE CHRIS REDFIELD LATÍA DE MANERA DESCONTROLADA, casi desesperada, de manera inquieta, su sangre siendo bombeada con gran fuerza a través de sus venas y su rostro era fielmente tapado por el casco que llevaba puesto. Su desesperación y miedo eran sumamente enmascarados por el objeto que mantenía su cuerpo a salvo de inhalar el virus que se esparcía por esporas. Sus pies se movían en piloto automático, como si él ya hubiese dado el comando de que estos corriesen a la mayor velocidad posible ante el peligro, ante la inminencia de una consecuencia que él no estaba en absoluto acuerdo de afrontar. Cada segundo pasaba como una pizca de arena que caía en un reloj, hacia el otro lado. El lujo de tomarse cada paso ya no era real, se trataba de algo irrisorio, algo que ya estaba muy lejos de su alcance. No, definitivamente Chris Redfield estaba desesperado por toparse con la solución al problema que estaba a mano.

          (Bueno, no en sus manos, pero en las manos de su mujer y de su desagradable compañero.)

          Su reloj seguía contando hacia atrás.

          El tiempo avanzaba.

          Chris no quería ver el final, no aún, no cuando faltaban muchas cosas para decir. Y por eso mismo, luego de esa jugarreta sucia de Lucas, había algo claro en él: Redfield terminaría por meterle una bala en su cabeza. El trío cruzó la puerta roja, dirigiéndose hacia uno de los ascensores, pasando por al lado de una puerta donde yacía el cadáver decapitado por una sierra del segundo soldado. Fue necesario solo un visaje antes de que a Joy se le pusiesen los pelos de punta, sabiendo perfectamente que ella podría terminar así en cualquier minuto. Ella intentó mantenerle el ritmo a su marido, quien no la había soltado desde el momento que Emery les dijo dónde podrían encontrar los tanques de nitrógeno líquido. Spencer simplemente se sumió a correr, intentando no tropezarse para no atrasar al resto, en completo silencio. Joy fue empujada hacia el ascensor junto al inspector, mientras que Chris apretaba el para subir.

          —De acuerdo, ya casi estamos—dijo Chris.

          —Ya casi estamos para morir—admitió Joy y su marido le pisó el pie—. ¡¿Qué?!

          —No es el momento para chistes, mujer.

          Williams asintió convencida—Siempre es un buen momento para chistes.

          —Que no.

          —Que sí.

          Spencer se puso contra la pared, derrotado—Dios santo, que alguien me mate.

          El ascensor se abrió, logrando que los tres agentes se pusiesen en marcha, avanzando a través de un túnel con rieles en la mina. Joy agradeció que no hubiese esporas del virus, ya que eso podría ser una contramedida si es que alguno rompía su casco. Más adelante, entre las sombras duras que eran provocadas por las luces encendidas, se arrastraban cuerpos infectados con el virus, la mucosidad manchaba el suelo con el movimiento lento de sus extremidades. El trío no tardó en abrir fuego ante la posibilidad de otro contratiempo, gastando las balas necesarias para poder pasar y continuar con el camino. Spencer tropezó con un par de rocas, pero la rubia logró ayudarlo a mantenerse de pie — tironeando de él para que ambos siguiesen a Chris.

MORTALITY ━━ Chris Redfield ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora