Me gusta porque no se le nota que está rota, me contagia esa idea de que se puede seguir a pesar de tener un corazón despedazado, porque yo sé que así lo tiene.
Le falta una pieza de esas que nunca más va a poder encontrar, ella va a vivir sin una parte para siempre, con un corazón desarmado que nunca va a armarse de nuevo.
Pero ella se para igual, se para y no se le nota que mengua. Sigue, sigue jugando con esas piezas que le quedan, sabiendo que nunca mas va a volver a tener el rompecabeza armado arriba de la mesa. Ella sigue caminando con ese vacío incrustado en el pecho, sigue jugando con lo que le queda, guarda el dolor de la pieza para otro momento.
Ella se sigue parando, no está sanando, ¡NO VA A SANAR!, lo sabe, pero se para con esa fortaleza del que sabe que así es la vida. Ella ya entendió todo, sabe que perdió la batalla; lo sabe, pero se ríe y a veces disfruta, contagia la idea de que se puede sonreír aún estando roto.
Ella perdió justo lo que no tenía que perder, de todas cosas posibles justo esa no podía perder y la perdió, lo siente en el pecho y la garganta. Pero ella sigue; a veces tropieza, pero tropezar mirando al cielo siempre recompensa.
Y entonces a mi me gusta esa sonrisa en su cara, me gusta ver que sigue con lo que tiene, que no busca reemplazos; me gusta verla porque me planta una evidencia que me cuesta asumir... Sí, la gente rota puede seguir su curso. Ella no es valiente, simplemente es una mujer que rota, camina igual. #Darianna Salazar.
