Capítulo 3.1

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Al karma le gusta cobrar

Nic había estado convencido de que ya se encontraba completamente adaptado a aquel estilo de vida donde tenía que permanecer oculto de casi la totalidad de personas. Pero siendo sincero, aquellos tres días se han sentido particularmente horribles. Se sentía demasiado cansado gracias a aquel chico delgado, de piel clara, sonrisa de gato y particularmente mucho más lindo que un hombre promedio.

El principal motivo de esto era que pareciera que le instaló un dispositivo de rastreo apenas tuvo la oportunidad dado que sin importar donde fue o que hizo, ese P' siempre apareció por allí como si fuera una coincidencia. Nic iba a tener un ataque de ansiedad pronto si las cosas seguían aquel camino, el contraste de sentimientos lo iban a enloquecer.

Tan pronto veía una cabellera negra cerca de él, salía corriendo. Había llegado a aquel punto en que huir era más importante que mantener su masculinidad intacta ante los ojos de los demás, o lo más intacta que se pudiera considerando que todos le creían gay. Cada vez que cerraba los ojos, sobre todo cuando estaba sudando o jadeando, escuchaba la voz del otro diciéndole que era muy lindo y muy sexy. Incluso un chico como Nic se aterraba de aquello, le hacía pensar que el otro tenía una enfermedad mental o un problema de vista increíblemente grande.

Realmente sentía lastima de sus padres, pero ahora solo puedo sentir lastima de mí mismo por verme perseguido por alguien como el... Maldición, es obvio que todo este cansancio se debe a ese chico.

Y no mentía, sin importar que tan rápido se movía, Tae era más rápido.

Apenas terminaban las clases era el primero en salir, pero en la puerta ya se encontraba su acosador.

Si tenía ganas de ir al baño iba al más alejado, pero allí se lo encontraba orinando.

Cuando iba a comer, siempre encontraba una mesa perfectamente limpia y brillante. Además olía a él...

Incluso en aquellos momentos donde iba a su casa, la imponente moto le esperaba a un lado de la carretera. Pronto va a verse en la necesidad de comprar, no se, un caballo. Lo que sea para poder mantenerse lejos de aquella persona.

¿Cómo diablos sabe dónde estoy y cuál es el momento adecuado para aparecer?

"Ai'Kla, ¿estás seguro que no tienes nada que ver con esta situación?"

"¿Yo que tengo que ver con este asunto o tus problemas en general?" El problema con la respuesta era que se conocían muy bien y ese tipo de respuestas sinceras no era el estilo del mentiroso. Era muy sospechoso. Si lo que decía era cierto, debería buscar una manera de poder escapar con éxito de aquella situación; pero de ser mentira, golpearía a su amigo hasta el cansancio, hasta que su rostro no fuera fácil de identificar.

"Si no tienes nada que ver, ¿entonces cómo me encuentra ese chico en todo momento, además, no tiene clases o qué?"

"¿Cómo voy a saber eso? Es tu chico, no el mío. Pero si aplicamos un poco de lógica a la situación, él es de cuarto año: menos clases y más trabajos que no requieren estar presente en un aula." Kla hablaba distraídamente mientras revisaba su celular, como si realmente solo se encontrara adivinando la situación. "No tengo tiempo para tus problemas ahora mismo, mejor me voy a 'jugar' un poco con mi esposa."

El pobre acosado no pudo más que entrecerrar los ojos antes de despeinarse levemente, completamente enojado. Su amigo se puso de pie.

"Ya vengo."

"¿A dónde vas?"

"A la mierda...¿me quieres acompañar?" Aquel apuesto estudiante con encantadores colmillos giró a verlo con una mueca de molestia que provocaba al otro inmensas ganas de ahorcarlo. No que realmente le importara a Kengkla, de hecho solo pensaba en que luego se adelantaría de lo visto en clase gracias a los apuntes de su amigo.

How to changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora