› › T w e n t y - f i v e ‹ ‹

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La segunda prueba del examen dio comienzo una vez explicaron las reglas y cómo se realizaría la reducción de puntos, quien al terminar tuviera menos de 50 puntos reprobaría. El objetivo dado era salvar correctamente a todas las personas que pudieran sin darles motivos a la C.A. para restarles puntos. Un sistema de puntaje conveniente para no darles, sino quitarles.

Era un examen en el que todos se esforzarían por sobresalir. Tenían que evaluar la condición de la víctima y sobretodo actuar rápido. No sólo se trataba de ayudar y dar alivio, sin bomberos ni policías la autoridad y responsabilidad recaía en ellos «hasta que llegaran». Para salvar a otros, los héroes debían ser buenos en esas cosas.

Serían juzgados y criticados duramente. Hanamoto estaba encantada con ese método, y lo hubiera estado más de no ser porque había aceptado unirse a un equipo con cierto miembro inestable.

El escenario en el que habían estado en la prueba anterior estaba hecho un completo desastre por la destrucción a gran escala, pero se las arreglaron para moverse teniendo a Hanamoto como guía. Bakugō, sabiendo que la situación ameritaba ayudar a los demás en vez de a sí mismos, aceptó a regaña dientes que la mejor opción era hacerlo en equipo parar repartir los roles y responsabilidades. Por supuesto se mantuvo quejándose por lo bajo, pero sus maldiciones eran algo con lo que Hanamoto podía vivir.

—¡Por favor ayudennos! ¡Duele mucho!

—¡Mi brazo está herido!

Apenas empezar se dirigieron directamente a un área rocosa encontrando varias víctimas que aparentaban estar heridas, ya habían puesto a salvo a unas cuantas. Hanamoto abrió la boca para responder, pero Bakugō respondió con más prisa haciéndola callar.

—¡Cierren sus malditas bocas! ¡Ayudense ustedes mismos!

—¿¡Ehh!?

«Lo hace a propósito.» juró Hanamoto. No sabía si lo hacía para molestarla o porque odiaba la idea de ayudar al prójimo. Ciertamente esa salvajidad pertenecía al campo de batalla.

Tanto los de su grupo como los heridos demostraron sorpresa y desconcierto ante esa agresiva, y fuera de lugar, reacción. Hanamoto quedó pasmada empezando a reconsiderar unirse a otro equipo de ayuda, por más que tuviera en cuenta la imprudencia del cenizo a veces su tiempo de reacción para salir adelante no era suficiente.

Su forma de tratar a los demás, en este caso las víctimas, no sólo diría mucho del entrenamiento que tuvieron sino que también le costaría puntos. Y Hanamoto era avara con su puntuaje. Hasta el momento habían luchado por mantenerse al frente, pero Bakugō le tomó la delantera.

—Creo que te pasaste con ellos, Bakugō...

—¡Podrían estar herido de gravedad, viejo! —Ante los reproches de Kirishima y Kaminari él sólo chasqueo la lengua.

—Bueno, supongo que el juego errático ha comenzado; hagámonos cargos de los errores del equipo —murmuró Hanamoto. Poniendo de lado a Bakugō bajó cuidadosamente hasta donde se encontraban los encargados—. Oh, mí, ¿se encuentran bien? ¿Sus heridas son de gravedad? ¿Pueden caminar? —Se acercó a ellos sin invadir su espacio personal. Trató exitosamente que su mirada mostrara preocupación.

Los encargados la miraron conmovidos por obtener una reacción gentil contraria a la tosca anterior. Hanamoto sonrió ampliamente. En esa prueba su falsedad y encanto eran convenientes.

—Bueno... nuestro trabajo es actuar como si tuviéramos heridas leves —admitió uno.

«Bingo» sonó en su cabeza al encontrar aquél detalle.

—Oh, ¿es así? —Le brindó una amable sonrisa, un brillo salido de la nada comenzó a rodearla—. Eso es bueno, pero... Entonces significa que mi compañero no estuvo totalmente equivocado, ¿cierto? Podían ayudarse ustedes mismos, después de todo —expandió su sonrisa, un color rosado decoró las mejillas de las víctimas—. Por supuesto no lo estoy defendiendo, para nada, ciertamente su manera de decirlo no fue la correcta.

Ikiru || BNHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora